Quantcast
Channel: LITERATURA & TRADUCCIONES
Viewing all 639 articles
Browse latest View live

John Donne y Octavio Paz: El aniversario

$
0
0
THE ANNIVERSARY
                                               
All Kings, and all their favourites,
All glory of honours, beauties, wits,
The sun itself, which makes times, as they pass,
Is elder by a year now than it was
When thou and I first one another saw:
All other things to their destruction draw,
Only our love hath no decay;
This no tomorrow hath, nor yesterday,
Running it never runs from us away,
But truly keeps his first, last, everlasting day.

Two graves must hide thine and my corse;
If one might, death were no divorce.
Alas, as well as other Princes, we
(Who Prince enough in one another be)
Must leave at last in death these eyes and ears,
Oft fed with true oaths, and with sweet salt tears;
But souls where nothing dwells but love
(All other thoughts being inmates) then shall prove
This, or a love increasèd there above,
When bodies to their graves, souls from their graves remove.

And then we shall be throughly blessed;
 But we no more than all the rest.
 Here upon earth we’re Kings, and none but we
 Can be such Kings, nor of such subjects be;
 Who is so safe as we? where none can do
 Treason to us, except one of us two.
 True and false fears let us refrain,
 Let us love nobly, and live, and add again
 Years and years unto years, till we attain
To write threescore: this is the second of our reign.


EL ANIVERSARIO

Todos los reyes, todos sus privados,
Famas, ingenios, glorias, hermosuras,
Y el sol que marca el paso mientras pasan,
Son un año más viejos que hace un año
Cuando nos vimos por la vez primera.
Todas las cosas van hacia su muerte
Y sólo nuestro amor no se doblega.
No tuvo ayer y no tendrá mañana;
Inmóvil, gira; corre y no se mueve;
Ni acaba ni principia, fijo día.

La muerte es muerte porque nos separa:
Dos tumbas nos esperan. Ay, nosotros
—Uno del otro rey y de sí mismo—
Como los otros reyes estos ojos
Tenemos que dejar y estos oídos:
Con ellos nos oímos y nos vimos.
Pero las almas que el amor inspira
—Son huéspedes de paso otros desvelos—
Han de probar, por la altura aspiradas,
Que las tumbas del cuerpo rompe el ánima.

Allá seremos bienaventurados,
Allá seremos —aunque no seamos:
Aquí, sobre la tierra, mientras somos,
De nosotros los reyes y los súbditos
Somos. ¿Hay reino más seguro? Nadie,
Si no es nosotros, puede conquistarlo.
Detén tu llanto, falso o verdadero:
Amémonos, vivamos y sumemos
Año tras año al año de los años.
Dicho en el año dos de nuestro reino.
Traducción de OCTAVIO PAZ.
Versiones y diversiones, México, 1973.



Samuel Taylor Coleridge y Ricardo Baeza: Kubla Khan

$
0
0
KUBLA KHAN      
Or, a vision in a dream. A Fragment.

In Xanadu did Kubla Khan
A stately pleasure-dome decree:
Where Alph, the sacred river, ran
Through caverns measureless to man
   Down to a sunless sea.
So twice five miles of fertile ground
With walls and towers were girdled round;
And there were gardens bright with sinuous rills,
Where blossomed many an incense-bearing tree;
And here were forests ancient as the hills,
Enfolding sunny spots of greenery.

But oh! that deep romantic chasm which slanted
Down the green hill athwart a cedarn cover!
A savage place! as holy and enchanted
As e’er beneath a waning moon was haunted
By woman wailing for her demon-lover!
And from this chasm, with ceaseless turmoil seething,
As if this earth in fast thick pants were breathing,
A mighty fountain momently was forced:
Amid whose swift half-intermitted burst
Huge fragments vaulted like rebounding hail,
Or chaffy grain beneath the thresher’s flail:
And mid these dancing rocks at once and ever
It flung up momently the sacred river.
Five miles meandering with a mazy motion
Through wood and dale the sacred river ran,
Then reached the caverns measureless to man,
And sank in tumult to a lifeless ocean;
And ’mid this tumult Kubla heard from far
Ancestral voices prophesying war!
   The shadow of the dome of pleasure
   Floated midway on the waves;
   Where was heard the mingled measure
   From the fountain and the caves.
It was a miracle of rare device,
A sunny pleasure-dome with caves of ice!

   A damsel with a dulcimer
   In a vision once I saw:
   It was an Abyssinian maid
   And on her dulcimer she played,
   Singing of Mount Abora.
   Could I revive within me
   Her symphony and song,
   To such a deep delight ’twould win me,
That with music loud and long,
I would build that dome in air,
That sunny dome! those caves of ice!
And all who heard should see them there,
And all should cry, Beware! Beware!
His flashing eyes, his floating hair!
Weave a circle round him thrice,
And close your eyes with holy dread
For he on honey-dew hath fed,
And drunk the milk of Paradise.


KUBLA KHAN

En Xanadu, Kubla Khan mandó levantar un majestuoso palacio de deleites, allí donde Alf, el río sagrado, corre a través de mil cavernas al hombre inmensurables, hasta desembocar en un mar no alumbrado por el sol. Dos veces cinco millas de terreno fértil, con murallas y torres, eran así circundadas, y allí dentro veíanse jardines surcados de brillantes arroyuelos, en los que florecían muchedumbre de árboles perfumados, y selvas tan vetustas como las montañas, encerrando en su seno verdes rincones sonrientes.
Mas, ¡ah, esa profunda romántica quebrada que se adentra oblicuamente al pie de la verde colina, al reparo de un grupo de cedros! ¡Paraje agreste! ¡Encantado y santificado como si en otro tiempo bajo la luna en menguante alguna mujer hubiese venido a llorar su demonio amante! Y de esta quebrada, bullendo en incesante gorgoteo, como si la tierra alentase con respirar hondo y frecuente, brotaba por momentos una fuente tumultuosa, cuyos intermitentes borbotones proyectaban al aire grandes fragmentos como granizo que rebota o granos que saltan bajo el mayal del trillo; y en medio de estas rocas danzantes, junto con ellas, saltaba también hacia las alturas el río sagrado. Durante cinco millas, en laberíntico trazado, a través de bosques y valles corría el río sagrado, antes de entrar en las cavernas al hombre inmensurables y de sumirse tumultuosamente en un muerto océano. Y en medio de este tumulto, Kubla oyó en la lejanía voces ancestrales que predecían la guerra.
La sombra del palacio de deleites flotaba sobre las olas, y desde él se oían las cadencias concertadas de la fuente y las cavernas. ¡Milagro de invención sutil en verdad este resplandeciente palacio de deleites con sus cavernas de hielo!
Una doncella, tañendo un dulcémele, vi en sueños; una doncella abisinia, tañendo su dulcémele y cantando suavemente del monte Abora. ¡Ah!, si yo pudiera resucitar en mis adentros su música y su canción, en tan profundo éxtasis me sumirían, que me sería posible construir con música en el aire aquel palacio. ¡Aquel palacio resplandeciente, aquellas cavernas de hielo! Y cuantos me oyeran los verían ante sus propios ojos, y todos ellos gritarían: "¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡Ved sus ojos fulgurantes, ved su flotante cabellera! Trazad un triple círculo en torno de él y cerrad vuestros ojos en sagrada reverencia, pues él se ha alimentado de dulce rocío y bebido la leche del Paraíso".

Traducción de RICARDO BAEZA.





Ezra Pound y Carlos Viola Soto: La tumba de Akr Caar

$
0
0
THE TOMB AT AKR CAAR

“I am thy soul, Nikoptis. I have watched
These five millenia, and thy dead eyes
Moved not, nor ever answer my desire,
And thy light limbs, wherethrough I leapt aflame,
Burn not with me nor any saffron thing.

See, the light grass sprang up to pillow thee,
And kissed thee with a myriad grassy tongues;
But not thou me.
I have read out the gold upon the wall,
And wearied out my thought upon the signs.
And there is no new thing in all this place.

I have been kind. See I have left the jars sealed,
Lest thou shouldst wake and whimper for thy wine.
And all thy robes I have kept smooth on thee.

O thou unmindful! How should I forget!--
Even the river many days ago,
The river? thou wast over young.
And three souls came upon Thee--
And I came.
And I flowed in upon thee, beat them off;
I have been intimate with thee, known thy ways.

Have I not touched thy palms and finger-tips,
Flowed in, and through thee and about thy heels?
How 'came I in'? Was I not thee and Thee?

And no sun comes to rest me in this place,
And I am torn against the jagged dark,
And no light beats upon me, and you say
No word, day after day.

Oh! I could get me out, despite the marks
And all their crafty work upon the door,
Out through the glass-green fields
……………………………..
Yet it is quiet here: I do not go.”
Ripostes (1912).

LA TUMBA DE AKR CAAR

“Soy tu alma, Nikoptis; he velado
Estos cinco milenios y tus muertos ojos
No se movieron ni respondieron jamás a mi deseo,
Y tus ligeros miembros que recorrí llameante
Por mí no ardieron ni por ninguna cosa azafranada.

Mira, la leve hierba brotó para servirte de almohada.
Y con un millar de herbosas lenguas te besó;
Mas tú no me besaste.
He despintado el oro de los muros.
He fatigado mi inteligencia en los signos
Y nada nuevo he hallado en este sitio.

He sido bondadosa. Mira, he dejado las ánforas selladas
Por si despertabas llorando por tu vino.
Cuidé la suavidad de tus vestidos.

¡Oh, desmemoriado! ¡Cómo olvidar!
— Hasta el río hace tiempo.
¿EI río? Eras demasiado joven
Y tres almas vinieron hacia Ti—
Y vine yo también,
Y en ti me deslicé, haciéndolas huir.

He intimado contigo, he conocido tu manera de ser.
¿No he tocado tus palmas y las puntas de tus dedos,
Fluyendo en ti, a través de ti y en torno a tus talones?
¿Cómo entré en ti? ¿No he sido tú y Tú?

Ningún sol vino a darme sosiego en este sitio,
Me desgarro en la dentada oscuridad
Sin que una luz descienda sobre mí, y tú
Ni una palabra, día tras día.
Oh, podría marcharme a pesar de los sellos,
De su astuta labor sobre la puerta,
Irme a través de los verdes campos de cristal…
……………………………
Pero aquí hay quietud.

No me voy.”
Traducción de CARLOS VIOLA SOTO.
Ezra Pound, Antología poética, Buenos Aires, 1963.

Fernando Pessoa y Octavio Paz: Poema V de Alberto Caeiro

$
0
0
ALBERTO CAEIRO
V

Há metafísica bastante em não pensar em nada.

O que penso eu do Mundo?
Sei lá o que penso do Mundo!
Se eu adoecesse pensaria nisso.

Que ideia tenho eu das coisas?
Que opinião tenho sobre as causas e os efeitos?
Que tenho eu meditado sobre Deus e a alma
E sobre a criação do Mundo?
Não sei. Para mim pensar nisso é fechar os olhos
E não pensar. É correr as cortinas
Da minha janela (mas ela não tem cortinas).

O mistério das coisas? Sei lá o que é mistério!
O único mistério é haver quem pense no mistério.
Quem está ao sol e fecha os olhos,
Começa a não saber o que é o Sol
E a pensar muitas coisas cheias de calor.
Mas abre os olhos e vê o Sol,
E já não pode pensar em nada,
Porque a luz do Sol vale mais que os pensamentos
De todos os filósofos e de todos os poetas.
A luz do Sol não sabe o que faz
E por isso não erra e é comum e boa.

Metafísica? Que metafísica têm aquelas árvores
A de serem verdes e copadas e de terem ramos
E a de dar fruto na sua hora, o que não nos faz pensar,
A nós, que não sabemos dar por elas.
Mas que melhor metafísica que a delas,
Que é a de não saber para que vivem
Nem saber que o não sabem?

«Constituição íntima das coisas»...
«Sentido íntimo do Universo»...
Tudo isto é falso, tudo isto não quer dizer nada.
É incrível que se possa pensar em coisas dessas.
É como pensar em razões e fins
Quando o começo da manhã está raiando, e pelos lados das árvores
Um vago ouro lustroso vai perdendo a escuridão.

Pensar no sentido íntimo das coisas
É acrescentado, como pensar na saúde
Ou levar um copo à água das fontes.

O único sentido íntimo das coisas
É elas não terem sentido íntimo nenhum.

Não acredito em Deus porque nunca o vi.
Se ele quisesse que eu acreditasse nele,
Sem dúvida que viria falar comigo
E entraria pela minha porta dentro
Dizendo-me, Aqui estou!

(Isto é talvez ridículo aos ouvidos
De quem, por não saber o que é olhar para as coisas,
Não compreende quem fala delas
Com o modo de falar que reparar para elas ensina.)

Mas se Deus é as flores e as árvores
E os montes e sol e o luar,
Então acredito nele,
Então acredito nele a toda a hora,
E a minha vida é toda uma oração e uma missa,
E uma comunhão com os olhos e pelos ouvidos.

Mas se Deus é as árvores e as flores
E os montes e o luar e o sol,
Para que lhe chamo eu Deus?
Chamo-lhe flores e árvores e montes e sol e luar;
Porque, se ele se fez, para eu o ver,
Sol e luar e flores e árvores e montes,
Se ele me aparece como sendo árvores e montes
E luar e sol e flores,
É que ele quer que eu o conheça
Como árvores e montes e flores e luar e sol.

E por isso eu obedeço-lhe,
(Que mais sei eu de Deus que Deus de si próprio?),
Obedeço-lhe a viver, espontaneamente,
Como quem abre os olhos e vê,
E chamo-lhe luar e sol e flores e árvores e montes,
E amo-o sem pensar nele,
E penso-o vendo e ouvindo,
E ando com ele a toda a hora.

POEMA V DE ALBERTO CAEIRO

Bastante metafísica hay en no pensar en nada.

¿Lo que pienso del mundo?
¿Sé yo lo que pienso del mundo?
Si me enfermase, pensaría.

¿Qué idea tengo de las cosas?
¿Qué opinión sobre las causas y los efectos?
¿He meditado sobre Dios y el alma
Y sobre la creación del mundo?
No sé. Para mí pensar en esto es cerrar los ojos
Y no pensar. Y correr las cortinas
De mi ventana (que no tiene cortinas).

¿El misterio de las cosas? ¿Sé lo que es misterio?
El único misterio es que alguien piense en el misterio.
Aquél que está al sol y cierra los ojos
Comienza a no saber lo que es el sol
Y piensa cosas llenas de calor.
Si abre los ojos y ve al sol
No puede ya pensar en nada
Porque la luz del sol vale más que los pensamientos
De todos los filósofos y todos los poetas.
La luz del sol no sabe lo que hace
Y por eso no yerra y es común y buena.

¿Metafísica? ¿Qué metafísica tienen esos árboles?
La de ser verdes y copudos y echar ramas
Y dar frutos a su hora —nada que nos haga pensar,
A nosotros, que no podemos dar por ellos.
¿Qué metafísica mejor que la suya,
No saber para que viven
Ni saber que no lo saben?

Constitución íntima de las cosas...
Sentido íntimo del universo...
Todo esto es falso, todo esto no quiere decir nada.
Es increíble que pueda pensarse así.
Es como pensar en razones y fines
Mientras reluce al comenzar la mañana
Y al flanco de los arboles la sombra
Va perdiéndose en un oro vago y lustroso.

Pensar en el sentido íntimo de las cosas
Es aumentarlo, como cavilar sobre la salud
O llevar un vaso de agua a la fuente.
El único sentido íntimo de las cosas
Es que no tienen sentido íntimo alguno.

No creo en Dios porque nunca lo he visto.
Si él quisiera que yo creyese en él
Sin duda que vendría a hablar conmigo,
Empujaría la puerta y entraría
Diciéndome: ¡Aquí estoy!

(Tal vez esto suene ridículo
Para aquel que, por no saber lo que es mirar las cosas,
No comprende al que habla de ellas
Con el modo de hablar que enseña el verlas de verdad.)

Si Dios es las flores y los árboles,
Los montes, el sol y el claro de luna,
Entonces creo en él,
Creo en él a todas horas,
Toda mi vida es oración y misa,
Una comunión con los ojos y los oídos.

Pero si Dios es los arboles y las flores,
Los montes, la luna, el sol,
¿Para qué lo llamo Dios?
Lo llamo flores, árboles, montes, luna, sol.
Si él se ha hecho, para que yo lo vea,
Sol y luna y flores y árboles y montes,
Si él se me presenta como árbol y monte
Y claro de luna y sol y flor,
Es porque quiere que yo lo conozca
Como árbol, monte, luna, sol, flor.

Y yo lo obedezco
(¿Sé yo más de Dios que Dios de sí mismo?),
Lo obedezco viviendo espontáneamente,
Como uno que abre los ojos y ve;
Y lo llamo luna y sol y flores y árboles y montes
Y lo amo sin pensar en él
Y lo pienso con los ojos y los oídos
Y ando con él a todas horas.

Traducción de OCTAVIO PAZ.
Versiones y diversiones, México, 1973.

Oliva Sabuco de Nantes: Coloquio del conocimiento de sí mismo

$
0
0
COLOQUIO DEL CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO
Títulos I a V

CARTA DEDICATORIA AL REY NUESTRO SEÑOR

UNA humilde sierva y vasalla, hincadas las rodillas en ausencia, pues no puede en presencia, osa hablar. Diome esta osadía y atrevimiento aquella ley antigua de la alta caballería, a la cual los grandes señores y caballeros de alta prosapia, de su libre y espontánea voluntad, se quisieron atar y obligar, que fue favorecer siempre a las mujeres en sus aventuras. Diome también atrevimiento aquella ley natural de la generosa magnanimidad, que siempre favorece a los flacos y humildes, como destruye a los soberbios. La magnanimidad natural, y no aprendida, del león (rey y señor de los animales) usa de clemencia con los niños y con las flacas mujeres, especial si, postrada por tierra, tiene osadía y esfuerzo para hablar, como tuvo aquella cautiva de Getulia, huyendo del cautiverio por una montaña donde había muchos leones, los cuales todos usaron con ella de clemencia y favor, por ser mujer y por aquellas palabras que osó decir con gran humildad, Pues así yo, con este atrevimiento y osadía, oso ofrecer y dedicar este mi libro a vuestra Católica Majestad, y pedir el favor del gran León, rey y señor de los hombres, y pedir el amparo y sombra de las aquilinas alas de vuestra Católica Majestad, debajo de las cuales pongo este mi hijo, que yo he engendrado, y reciba vuestra Majestad este servicio de una mujer, que pienso es el mayor en calidad que cuantos han hecho los hombres, vasallos o señores, que han deseado servir a vuestra Majestad; y aunque la Cesárea y Católica Majestad tenga dedicados muchos libros de hombres, a lo menos de mujeres pocos y raros, y ninguno de esta materia. Tan extraño y nuevo es el libro, cuanto es el autor. Trata del conocimiento de sí mismo, y da doctrina para conocerse y entenderse el hombre a sí mismo y a su naturaleza, y para saber las causas naturales por qué vive y por qué muere o enferma. Tiene muchos y grandes avisos para librarse de la muerte violenta. Mejora el mundo en muchas cosas, a las cuales, si vuestra majestad no puede dar orden, ocupado en otros negocios, por ventura los venideros lo harán; de todo lo cual se siguen grandes bienes. Este libro faltaba en el mundo, así como otros muchos sobran. Todo este libro faltó a Galeno, a Platón y a Hipócrates en sus tratados De natura humana, y a Aristóteles cuando trató De anima y De vita et morte. Faltó también a los naturales, como Plipio, Eliano y los demás, cuando trataron De nomine. Ésta era la filosofía necesaria, y la mejor y de más fruto para el hombre, y ésta toda se dejaron intacta los grandes filósofos antiguos. Ésta compete especialmente a los reyes y grandes señores, porque en su salud, voluntad y conceptos, afectos y mudanzas, va más que en las de todos. Ésta compete a los reyes, porque conociendo y entendiendo la naturaleza y propiedades de los hombres, sabrán mejor regirlos y gobernar su mundo, así como el buen pastor rige y gobierna mejor su ganado cuando le conoce su naturaleza y propiedades. De este Coloquio del conocimiento de sí mismo y naturaleza del hombre, resultó el diálogo de la que Vera medicina allí se vino nacida, no acordándome yo de medicina, porque nunca la estudié; pero resulta muy clara y evidentemente, como resulta la luz del sol, estar errada la medicina antigua, que se lee y estudia, en sus fundamentos principales, por no haber entendido ni alcanzado los filósofos antiguos y médicos su naturaleza propia, donde se funda y tiene su origen la medicina. De lo cual, no solamente los sabios y cristianos médicos pueden ser jueces, pero aun también los de alto juicio de otras facultades, y cualquier hombre hábil y de buen juicio, leyendo y pasando todo el libro; de lo cual, no solamente sacará grandes bienes en conocerse a sí mismo y entender su naturaleza, afectos y mudanzas, y saber por qué vive o por qué muere o enferma, y otros grandes avisos para evitar la muerte violenta, y cómo podrá vivir feliz en este mundo, pero aun también entenderá la medicina clara, cierta y verdadera, y no andará a ciegas con ojos y pies ajenos, ni será curado del médico como el jumento del albéitar, que ni ve ni oye ni entiende de lo que curan, ni sabe por qué ni para qué. Pero especialmente los médicos de buen juicio, cristianos, libres de intereses y magnánimos, que estimen más el bien público que el suyo particular, luego verán de lejos relucir las verdades de esta filosofía, como relucen en las tinieblas los animalejos lucientes en la tierra, y las estrellas en el cielo; y el que no la entendiere ni comprendiere, déjela para los otros y para los venideros, o crea a la experiencia, y no a ella, pues mi petición es justa, que se pruebe esta mi secta un año, pues han probado la medicina de Hipócrates y Galeno dos mil años, y en ella han hallado tan poco efecto y fines tan inciertos como se ve claro cada día, y se vido en el gran catarro, tabardete, viruelas y en pestes pasadas, y otras muchas enfermedades, donde no tiene efecto alguno, pues de mil no viven tres todo el curso de la vida hasta la muerte natural, y todos los demás mueren muerte violenta de enfermedad, sin aprovechar nada su medicina antigua. Y si alguno, por haber yo dado avisos de algunos puntos de esta materia en tiempo pasado, ha escrito o escribe, usurpando estas verdades de mi invención, suplico a vuestra Católica Majestad mande las deje, porque no mueva a risa, como la corneja vestida de plumas ajenas. Y no se contente vuestra Majestad con oírlo una vez, sino dos y tres; que cierto él dará contento y alegría, y gran premio y fruto. Tuve por bien de no enfadar con la ostentación de muchas alegaciones ni refutaciones, porque éstas impiden el entendimiento y estorban el gusto de la materia que se va hablando. Cuán extraño, más alto, mejor y de más fruto es este libro que otros muchos, tan extrañas, mejores y extraordinarias mercedes espera esta humilde sierva de vuestra Majestad, cuyas reales manos besa, y en todo, próspero suceso, salud, gracia y eterna gloria desea.

  Catholicæ tuæ Majestatis ancillæ,

CARTA EN QUE DOÑA OLIVA PIDE FAVOR Y AMPARO CONTRA LOS ÉMULOS DESTE LIBRO

Al ilustrísimo señor don Francisco Zapata, conde de Barajas, presidente de Castilla y del Consejo de Estado de Su Majestad, doña Oliva Sabuco, humilde sierva, salud, gracia y eterna felicidad desea.

COSA natural es, ilustrísimo señor, que la semejanza en condición y estudio causa amor, afición y deseo de servir; pues como yo vea en vuestra señoría ilustrísima un cuidado y estudio tan extraño y raro, tan olvidado y que tan pocos lo tienen, que es mejorar este mundo y sus repúblicas de muchas y grandes faltas que en él hay, con un ingenio tan alto y raro, que para conocerlas y enmendarlas es bastante, con juicios y sentencias que vencen las de Salomón y deshacen los engaños y versucias humanas, aventajándose siempre, imitando aquel antiguo oficio de su generosa y alta prosapia, en favorecer y servir a su rey y señor; y en esto, yo en mi manera, indigna de tal cuidado, como sombra siga las dichosas pisadas en este deseo muchos años ha; acordé encomendar esta obra y pedir favor a vuestra señoría ilustrísima, aclarando y significando dos yerros grandes que traen perdido al mundo y sus repúblicas, que son: estar errada y no conocida la naturaleza del hombre, por lo cual está errada la medicina; y este yerro nació de la filosofía y sus principios errados, por lo cual también gran parte, y la principal, de la filosofía, está errada. Y de lo uno y de lo otro, lo que se lee en escuelas no es así, y traen engañado y errado al mundo con muy grandes daños. Todo lo cual, si el Rey nuestro señor, y vuestra señoría ilustrísima en su nombre, fuese servido de concederme su favor y mandar juntar hombres sabios (pues es cosa que tanto monta para mejorar este mundo de Su Majestad, y mejorar el saber, salud y vida del hombre), yo les probaré y daré evidencias cómo ambas cosas están erradas, y engañado el mundo, y que la verdadera filosofía y la verdadera medicina es la contenida en este libro, que yo, indigna, ofrezco y encomiendo a vuestra señoría ilustrísima (que representa la persona real), y pongo debajo de sus alas y amparo, y a mi con él; que aunque de tal favor me siento indigna, a lo menos es negocio tan alto y que tanto monta al mundo y al servicio de Su Majestad, merezca el alto favor y amparo de vuestra señoría ilustrísima, para dar luz de la verdad al mundo y para que los venideros gocen de filosofía y de la alegría y contento que consigo tiene; pues los pasados no gustaron sino de obscuridad y tormento, que los falsos principios causaron; y así un yerro nació de otro. Vale.
  Omnia vincit veritas.

SONETOS EN ALABANZA DE LA AUTORA Y DE LA OBRA

Compuestos pon el licenciado don Juan de Sotomayor , vecino de la ciudad de Alcaraz.

  OLIVA, de virtud y de belleza,
  Con ingenio y saber hermoseada;
  Oliva, do la ciencia está cifrada
  Con gracia de la suma eterna alteza;

  Oliva, de los pies a la cabeza
  De mil divinos dones adornada;
  Oliva, para siempre eternizada
  Has dejado tu fama y tu grandeza.

  La oliva en la ceniza convertida.
  Y puesta en la cabeza, nos predica
  Que de ceniza somos y seremos;

  Mas otra Oliva bella, esclarecida.
  En su libro nos muestra y significa
  Secretos que los hombres no sabemos.

***
 
  LOS antiguos filósofos buscaron,
  Y con mucho cuidado han inquirido
  Los sabios que después dellos ha habido,
  La ciencia, y con estudio la hallaron;

  Y cuando ya muy doctos se miraron,
  Conocerse a sí propios han querido.
  Mas fue trabajo vano y muy perdido.
  Que deste enigma el fin nunca alcanzaron;

  Pero, pues ya esta Oliva generosa
  Da luz y claridad y fin perfecto
  Con este nuevo fruto y grave historia,

  Tan alto, que natura está envidiosa
  En ver ya descubierto su secreto.
  Razón será tener dél gran memoria.


PRÓLOGO AL LECTOR

COSA injusta es y contra razón, prudente lector, juzgar de una obra sin verla ni entenderla. Equidad y justicia hacia aquel filósofo que cuando oía alguna diferencia, atapaba la una oreja y la guardaba para oír la otra parte. Pues ésta es la merced que aquí te pido: que no juzgues de este libro hasta que hayas visto y entendido su justicia, pasándolo y percibiéndolo todo; entonces pido tu parecer, y no antes. Y suplico a los sabios médicos esperen con prudencia al tiempo, experiencia y suceso, que declaran a vista de ojos la verdad. Bien conozco que por haberse dejado los antiguos intacta y olvidada esta filosofía, y por haberse quedado la verdad tan a trasmano, parece ahora novedad o desatino, siendo, como es, la verdadera, mejor y de más fruto para el hombre. Pero si consideras lo poco que el entendimiento humano sabe, en comparación de lo mucho que ignora, y que el tiempo, inventor de las cosas, va descubriendo cada día más en todas las artes y en todo género de saber, no darás lugar, benigno lector, a que la injusta invidia, emulación o interese prive al mundo de poderse mejorar en el saber que más importa y más utilidad y fruto puede dar al hombre. Vale.


TÍTULO PRIMERO

De la plática de los pastores en que mueven la materia y proponen sus preguntas.

  Antonio. ¡Qué lugar este tan alegre, apacible y grato para la dulce conversación de las musas! Asentémonos, y aflojemos las venas del cuidado, pues este alegre ruido del agua, el dulce murmurar de los árboles al viento, el suave olor de estos rosales y prado, nos convidan a filosofar un rato.

  Veronio. ¿Quién es aquél que pasa por el camino?

  Rodonio. Aquél es Macrobio, mi padre, que va a su heredad.

  Ant. Por cierto yo juzgara que era algún mancebo, según la disposición que lleva.

  Rod. Pues a fe que pasa de noventa anos.

  Ver. ¡Cuán pocos y raros son los hombres que viven todo el curso de la vida, y llegan a morir la muerte natural, que se pasa sin dolor, y viene por acabarse el húmido radical! y vemos a esotros animales comúnmente que viven el curso de su vida hasta la muerte natural, y sin enfermedades, o muy raras.

  Rod. Por cierto es de considerar, si de esto hubiera alguna lumbre en el mundo, que el hombre supiera las causas naturales por qué enferma, o muere temprano muerte violenta, y por qué la natural fuera una gran cosa; y sí de esto alcanzáis algo, señor Antonio, muchas veces os he rogado que antes que nos muramos mejoremos este mundo, dejando en él escrita alguna filosofía que aproveche a los mortales, pues hemos vivido en él y nos ha dado hospedaje, y no nacimos para nosotros solos, sino para nuestrorey y señor, para los amigos y patria y para todo el mundo.

  Ver. Si vos pedís eso, señor Rodonio, yo pido otra cosa, y es, que me declaréis aquel dicho, escrito con letras de oro en el templo de Apolo: Nosce te ipsum, Conócete a ti mismo; pues los antiguos no dieron doctrina para ello, sino sólo el precepto, y es cosa que tanto monta conocerse el hombre, y saber en qué difiere de los brutos animales; porque yo veo en mí que no me entiendo ni me conozco a mí mismo, ni a las cosas de mi naturaleza, y también deseo saber cómo viviré felice en este mundo.

  Ant. Dijo Galeno: “Ninguna evidente razón hay que nos muestre por qué viene la muerte”. Hipócrates dijo: “Yo alabaría al médico que yerra poco, porque perfecta y acabada certinidad de la medicina no se alcanza”. Y Plinio dijo: “No sabe el hombre por qué vive ni por qué muere”. También dijo, señor Veronio, el divino Platón, de vuestra pregunta, estas palabras: “Cosa muy ardua y dificilísima es conocerse el hombre a sí mismo”; y dijo que el conocimiento de sí mismo no consiste en otra cosa sino en conocer el ánima divina y eterna; y no pasó de allí; ¿y queréis que en cosas tan altas y no alcanzadas de grandes varones os responda y dé satisfacción un pastor?


TÍTULO II

  Que los afectos de la sensitiva obran en algunos animales.

  Ver. ¡Oh santo Dios! ¡y qué seguida y acosada viene aquella perdiz del azor! y en verdad que se abate a valerse de nosotros, como es cosa natural, que todos los animales se acogen al hombre en sus necesidades.

  Ant. Mas antes, señor Veronio, cayó muerta; veisla aquí.

  Ver. Por mi vida, así es, muerta está.

  Ant. ¡Oh cuán eficaces son los afectos y pasiones del espíritu sensitivo para matar! Este caso responde a vuestra pregunta, y nos da materia fecunda y bastante para este rato de conversación.

  Rod. ¿No es cosa de notar, que venía volando esta perdiz, sana, y fue bastante el temor y congoja a quitarle la vida en un momento?

  Ant. ¿De eso os espantáis, señor Rodonio? Pues quiéroos contar de otros animales, para que veáis cuánto obran los afectos de la sensitiva para vivir o morir. Plinio dice que un pescado langosta teme tanto al pulpo, que en viéndose cerca de él, se muere y pierde del todo la vida. Y si el congrio ve cerca de sí la langosta, hace lo mismo. Y cuenta el mismo Plinio de el delfín, que es muy amigo de la conversación del hombre, y que uno de ellos tomó amistad y conversación con un niño que vivía cerca de un lugar marítimo, de manera que muchas veces llegaba el niño a la ribera del mar, y lo llamaba por este nombre, Simón, y el delfín luego venía, y el niño le daba pedazos de pan y otras muchas cosas; el delfín se ponía de manera que el niño subía encima, y lo llevaba y paseaba por la mar, y lo volvía a tierra. Continuando, pues, esta conversación y amistad, diole una enfermedad al niño,de que murió. El delfín, viniendo un día y otro al puesto donde ejercitaba su amistad, como no acudía el niño, siempre lo veían en aquel lugar, gimiendo en semejanza de lloro, hasta tanto que allí mismo lo hallaron muerto. Cuenta también Eliano de otro delfín, que teniendo la misma conversación con otro mozuelo, lo paseaba cada día por el mar, y una vez al subir se descuidó el delfín de bajar las espinas de el lomo de manera que el mozuelo se hincó una espina por la ingle, y andando por el mar, se desangró y cayó muerto; de lo cual el delfín tomó tanto pesar, que vino corriendo y se arrojó fuera del agua en tierra, donde se dejó morir. ¿Paréceos, señor Rodonio, que obran estos afectos en los animales por el instinto y memoria sensitiva que tienen? Cuenta también Plinio que en el tiempo que Roma florecía se ayudaban los romanos, en la guerra, de los elefantes, y llevaban capitanía de ellos por sí; los cuales, por su gran instinto, dice el mismo Plinio que entendían el pregón en la lengua romana, y llegando un día el ejército romano a un gran río, que tenía el vado dificultoso, mandaron pasar los elefantes delante, y el elefante capitán, que se nombraba Áyax, no osando pasar, estuvo detenido el ejército romano gran pieza, en tanto que fue menester pregonar que el elefante que primero pasase el rio le harían capitán, y entonces un elefante, que se llamaba Patroclo, osó pasar, y pasó el río, y todos los demás elefantes tras él, y el ejército romano. Y llegados a la otra parte del río, luego Antíoco cumplió lo que había hecho pregonar, quitando al Áyax las insignias que llevaba de capitán, a manera de jaeces y ornamentos dorados, y las mandó poner al Patroclo, por lo cual el Áyax nunca más comió bocado, y a tercero día lo hallaron muerto. También cuenta Plinio del perro y del caballo casos notables, que muertos sus amos, sin más querer comer bocado, murieron.

  Ver. Bien creo que esto pasa en muchos animales, y acontece cada día, aunque no se echa de ver, y es cosa notable; pero deseo mucho saber si acontece esto mismo a los hombres.

  Ant. ¡Jesús, señor! Mucho más, sin comparación, porque tiene las tres partes del ánima: la sensitiva con los animales, la vegetativa con las plantas, la intelectiva con los ángeles, para sentir y entender los males y daños que le vienen de parte de los afectos del alma, que son los mayores, y los de la sensitiva y vegetativa. Yo os contaré algunos ejemplos de hombres que murieron por el afecto del enojo y pesar, que es el que hace mayor daño, y después procederemos por los demás afectos.


TÍTULO III
   
  Del enojo y pesar. Declara que este afecto del alma, enojo y pesar, es el principal enemigo de la naturaleza humana, y éste acarréales muertes y enfermedades a los hombres.

  Rod. Pues estamos en esta materia, declárame primero de raíz por qué le acontece esto más al hombre, de morir por estos afectos y pasiones del alma. Y también por qué tiene tantas diferencias de enfermedades, que esotros animales no tienen, para que vengamos al conocimiento de las causas por qué muere el hombre, o enferma.

  Ant. Como el hombre tiene el alma racional (que los animales no tienen), de ella resultan las potencias, reminiscencia, memoria, entendimiento, razón y voluntad, situadas en la cabeza, miembro divino, que llamó Platón silla y morada del ánima racional, y por el entendimiento entiende y siente los males y daños presentes, y por la memoria se acuerda de los daños y males pasados, y por la razón y prudencia teme y espera los daños y males futuros, y por la voluntad aborrece estos tres géneros de males, presentes, pasados y futuros; y ama y desea, teme y aborrece, tiene esperanza y desesperanza, gozo y placer, enojo y pesar, temor, cuidado y congoja. De manera que sólo el hombre tiene dolor entendido espiritual de lo presente, pesar de lo pasado, temor, congoja y cuidado de lo por venir. Por todo lo cual les vienen tantos géneros de enfermedades y tantas muertes repentinas, cuando el enojo o pesar es grande, que es bastante en un momento a matarlos. Y cuando es menor los pone gafos, y los mata en pocos días o más a la larga (según la fuerza del enojo); y si es menor, que no mata, deja por las mismas humor para enfermedad en el cuerpo, y así son causa de las enfermedades. Las causas y el porqué y cómo esto pasa en el hombre, yo lo diré adelante, porque agora no nos divirtamos de esta materia de ver cuánto obran los afectos en el hombre, así para muertes presentáneas, como para otras muertes, de allí a algunos días, y enfermedades.

  Rod. Pues contadme, por vuestra vida; que holgaré mucho de oír esas muertes.

  Ant. En Roma, estando el gran Pompeyo en unos comicios, acaso le cayeron unas gotas de sangre de un hombre herido en la ropa, y luego mandó a un paje llevarla, y traer otra. Llegó el paje a dar la ropa a Julia, su mujer, y antes que dijese a qué venía, así como vido Julia las gotas de sangre en la ropa de su marido, luego se cayó amortecida, y malparió y murió.

  Rod. Por cierto ella fue muy apresurada, que aun no quiso esperar a oír el mensaje, y entendiera que la sangre no era de su marido.

  Ant. Ahí veréis vos, señor Rodonio, cuánto obra en los mortales el afecto del amor cuando se pierde lo que se ama, pues sola la imaginación falsa y sombra del mal, que fue la sospecha de lo que podía ser, sin estar cierta, la mató en un momento.

  Rod. Pasá adelante en estos cuentos, señor Antonio, por hacernos merced, que nos deleitan y alegran en extremo, pues el lugar y el tiempo nos convida a ello, y me parece que montará mucho saberlos, para que yo (escarmentando en cabeza ajena) me sepa guardar, y no me acaezca otro tanto, entendiendo bien la fuerza y operación de estos afectos.

  Ant. En el tiempo del rey don Alfonso XI, siendo gobernadores del reino dos infantes, don Pedro y don Juan, tíos del rey don Pedro, que era niño, habiendo hecho muchas guerras y batallas en la tierra de Granada, como esforzados y valientes caballeros, volviéndose para tierra de cristianos, venía don Pedro en la vanguardia, y don Juan en la retaguardia; cargó gran multitud de moros, que venían haciendo tan grande daño en la retaguardia, que tuvo necesidad de enviar a decir a don Pedro que se detuviese y le viniese a socorrer; lo cual queriendo él hacer con grande ánimo y voluntad, halló su gente tan acobardada, que no quería volver contra los moros, ni pudo hacerles por ninguna vía volver a socorrer a su tío y amigo. Tomó de esto tanto enojo y pesar, que sacó la espada para herirlos, y sin poderla menear, perdió luego el habla y sentido, y cayó muerto del caballo, sin más menearse ni quejarse, ni otra señal de vivo. Algunos de los suyos, viendo esto, volvieron a dar noticia dello al infante don Juan, y sabido por él tan doloroso y triste caso, tomó tanto enojo y pesar, que luego perdió el sentido y habla, y se puso gafo y tullido de todos sus miembros, que no pudo menearse, y luego a la tarde murió.

  Rod. Por cierto, señor, extraño caso fue ése en caballeros tan animosos y magnánimos.

  Ant. Pues sabed que en tiempo del cristianísimo emperador don Carlos V, en las guerras de Hungría, en el cerco de Buda, era capitán Raisciao Suevo, el cual, como cuenta Paulo Jovio{NOTA Essais, Livre I, chapitre 2}, tenía un hijo, valiente mancebo, el cual, sin dar parte a su padre, hizo un desafío, y vinieron a batalla a vista de los campos, estando los grandes del ejército, con el capitán, mirando la batalla de los dos; hacíalo maravillosamente él de su parte, que no sabían quien era, y alabábanlo, pero al fin fue vencido y muerto. Queriendo saber el capitán y los demás quién era tan buen caballero, fueron allá y lo mandaron desarmar, y en quitándole la visera, y en conociendo el capitán, por la cara y cierta joya que traía al cuello, que aquel era su hijo, en el mismo instante se cayó muerto, y lo enterraron con su hijo; y claro está que no era pusilánime, pues tal cargo tenía. Ginebra, mujer de Juan Ventivolo, murió de repentino dolor, que le dijeron de súbito que sus hijos habían sido vencidos en una batalla. Son tantos y tan en número los ejemplos que en esto se podrían traer, que era hacer un gran volumen, y estorbar nuestro propósito y materia, y por evitar prolijidad los dejo. Mariana, porque vido su hijo caer en un charco en zabulléndose en el agua, que lo perdió de vista, se cayó muerta, y a poco rato el hijo sano y bueno lloraba la madre muerta. En nuestros tiempos hemos visto a muchos, por sólo caer en desgracia del rey nuestro señor, o por oír de su boca algunas palabras retándoles lo mal hecho, irse a su casa y echarse en la cama, y a pocos días morir, como tendrán buena experiencia los que en ello han mirado, que son muchos y de notar, a los cuales no es razón que los nombremos aquí, y murieron también de pesar de perder el favor del Rey, como cosa de gran pérdida y que ellos tanto amaban y estimaban, y con razón se debe estimar. De manera que una gran pérdida (como causa y fuente de pesar y enojo) luego tiene de mano la muerte, en perdiendo la esperanza de remedio. En nuestros días también vimos al arzobispo de Toledo, fray Bartolomé de Miranda, preso y despojado de su silla, y llevado a Roma, y en mucho tiempo que su pleito se trató, vivía con la esperanza mientras estuvo en duda el fin; pero cuando llegó la sentencia definitiva del Papa, luego se echó en una cama y a muy pocos días murió, porque entre tanto que está en duda el daño o pérdida, no obra este afecto del todo su potencia; por lo cual usa de este aviso, que será gran caridad y buena obra meritoria, cuando se ha de dar una mala nueva, disminuirla y ponerla en duda, y más con las preñadas, enfermos y viejos; y aun cuando sea de gran placer, no se ha de decir de golpe, sino poco a poco y poniéndola en duda, porque también el gran placer repentino mata, como adelante se dirá.

  Rod. ¡Oh alto Dios, y de cuánta eficacia son estos afectos en los hombres! De esa manera, señor, paréceme que es mejor no tener grandes cosas ni riquezas donde pueda haber grandes pérdidas, para evitar estos peligros.

  Ant. Si como adelante diremos, y aun también en pequeñas pérdidas y daños, acontece esto cada día, ¿quién podrá contar las muertes que de pequeños daños y pequeños pesares han venido? Uno porque se le murió el ganado, otro porque se hundió la mercaduría, el otro porque le hurtaron los dineros, el otro porque jugó y perdió, la otra porque perdió a su marido, la otra porque vido llevar a su hijo preso por deuda de seis reales se cayó muerta, como pocos días há vimos a Ludovica. El otro porque le engañaron, el otro por una fianza, el otro por enojo de palabras, no pudiéndose vengar; el otro porque le echaron en la cárcel, el otro porque le condenaron en la sentencia o le ejecutaron, el otro porque fue vencido en la batalla, el otro porque hizo mala venta, el otro porque por necedad erró el negocio, el otro porque se le fue el hijo o hizo algún desatino, el otro porque fue afrentado, la otra por el descontento que se juzga mal casada, la otra por una mala nueva, el otro porque perdió el favor, y por otras muchas causas menores y de poco momento, como el rey que murió por enojo de cinco higos; el otro por un vaso, el otro por no acertar la enigma de los pescadores, todos se echaron en la cama. Y por el pesar, que es la discordia entre alma y cuerpo, que llamó Platón, cesa la vegetativa y hace de flujo, y les da una calentura, y pónenle nombre de enfermedad, según a do va, y mueren en algunos días a la larga, otros se vuelven locos. Son tantos los que he visto, después que esto entiendo, que si hubiera de contarlos por menudo, primero nos anochecería, porque he visto morir de esta manera gran número, como podréis mirar en ello de aquí adelante. Este afecto de enojo y pesar obra más en las mujeres, y más en las preñadas, y así mueren infinitas de pequeños enojos y pesares, que les basta poco; pues sólo el olor del candil o pavesa, cuando se apaga, es bastante para que la mujer malpara, como dice Plinio, cuanto más una cosa que tanto obra y de tanta eficacia como es el pesar y enojo; hase de tener gran recato con ellas, y aún ponerse ley. Finalmente, le acontece al hombre lo mismo que cuando niño, y guarda aquella misma propriedad y naturaleza; porque si a un niño que tiene una haldada de higos le quitan uno por fuerza, luego los arroja todos, y llorando y echando lágrimas, se echa a estregar, así hace lo mismo después de hombre, por una pequeña pérdida contra su voluntad, arroja todos los demás bienes que tenía, y los pierde, y se echa en la sepultura, o le causa una enfermedad aquel pesar y enojo; el cual, sí por entonces no mata, deja a su hija la tristeza de aquel daño en la persona, para que más a la larga y en más tiempo la mate. Finalmente, os digo, señor Rodonio, que de cien hombres o cien mujeres, mueren los ochenta de enojo y pesar; y los niños que mueren cuando les dan sus madres pecho, también es de pequeños enojos y pesares de las madres. Finalmente, enojo y pesar no habían de tener este nombre, sino la mala bestia, que consume el género humano, o pernicioso enemigo suyo, o la hacha y armas de la muerte.


TÍTULO IV
   
  Del enojo falso. Avisa que el enojo falso o imaginado también mata como el verdadero.


  Conózcase el hombre en esto, que no solamente el enojo y pesar, cuando es cierto y verdadero, lo mata, pero aun también cuando es falso y fingido, con sola la sospecha, como a Julia y a Mariana, y otras muchas mujeres y hombres.

  Egeo, rey de Atenas, enviando a su hijo Teseo a Creta a la aventura del Minotauro, le mandó que si volvía victorioso, pusiese en las naos velas blancas; el cual, con el gran placer de la victoria, olvidó el mandato de mudar las velas a la venida; y subiéndose el padrea un risco que caía sobre el mar, para ver si venía victorioso, y viendo que no traía velas blancas, tomó tanto pesar, que desde allí se arrojó en el mar y murió.

  Píramo y Tisbe, no pudiendo gozar de sus amores en casa de los padres, concertaron que a tal hora estuviesen en cierta fuente y lugar apartado de la ciudad, donde vino la Tisbe primero, y hallando una leona en aquel lugar, perturbada toda, huyendo a una cueva, se le cayó la toca, la cual tomó la leona; y llegando Píramo, y viendo la toca de su muy amada Tisbe en poder de la leona, con la sospecha falsa y anuncio que la leona habría comido a su enamorada, tomó tanto pesar de su tardanza, que luego se mató con su espada; los cuales lodos, en muy poco tiempo que aguardaran, excusaran sus muertes.

  Rod. Por cierto, señor, grandes cosas nos habéis dicho, y dignas que se escriban para que se mejore el mundo, y los hombres sepan y entiendan por qué mueren, y sabiéndolo, sepan guardarse de tan mal peligro, que suelen decir: “Menos hieren los dardos que primero se ven venir”. Y ahora de nuevo os torno a rogar que me digáis si habrá remedios para obviar y resistir a esta mala bestia, que no haga este daño, y el género humano se defienda de ella.


TÍTULO V
   
  De los remedios notables contra enojo y pesar.

  Buenos remedios hay para los que tuvieren buenos entendimientos. El primer remedio consiste en saber y entender todo lo dicho, y las grandes fuerzas que tiene este enemigo del género humano, como por lo dicho se entenderán; y así, conociendo al enemigo, y sabiendo sus fuerzas y malas obras, el hombre no se descuidará ni le dará entrada; porque la piedra que se ve venir no hiere, como vos dijisteis, porque se le hurta el cuerpo; y si no la ve, lo hiere, como los que saben dónde está el peligro en la mar, que con prudencia se apartan y libran de él, y los que no lo saben, simplemente caen en él, como el mozuelo simple, que no conociendo ni sabiendo nada de la ballesta de lobos, tocó a la cuerda, y vino la saeta enarbolada y lo mató como a bestia, porque no supo del peligro como hombre; así el hombre y la mujer con sólo el saber y conocer esta bestia (por lo que está dicho) se librará de ella, y en tocando a su puerta sabrá a qué viene, y no le dará entrada, y se defenderá de ella.

  El segundo remedio consiste en palabras de buen entendimiento y razones del alma, y decir: “Ya te conozco, mala bestia, y tus obras y daños; no me quiero dar en despojo a ti, como los simples que no te conocían antes; más quiero sufrir este pequeño daño, que pudiera ser mayor, que no perderlo todo, y mi vida con ello,y añadir otro mal mayor encima, como perder la salud o la vida, que monta más, y por esto no se me quitará esta pérdida o daño, antes añadiré mal al mal”. A lo pasado y hecho no hay potencia que lo pueda deshacer; pues ha de ser hecho, sea hecho. Instable es la fortuna, que siempre se muda; pues quiero guardarme para otro tiempo, que éste se acabará. Dijo un sabio: “Haz de grado y a placer lo que por fuerza has de hacer”. Y decir: “Las armas de la fortuna adversa son la tristeza; si con este infortunio no me entristezco, venzo a la fortuna, y a sus fuerzas vuelvo vanas, botas y sin efecto contra mí”. Si el catedrático de Salamanca supiera este aviso cuando le hurtaron quinientos ducados, y murió a tercero día a la hora de medio día, y los dineros parecieron a la noche, viviera como sabio, y no muriera como simple, y otros muchos; y la madre que por falsa nueva de la muerte de su hijo murió, y de allí a tres horas vino sano y bueno.

  ¿Cuántas cosas juzga el hombre algunas veces por dañosas, que después se convierten en bien y en provecho? Y ¿cuántas juzga por útiles y buenas, y se convierten en malas y dañosas? Uno, por estar encarcelado y condenado a muerte, es elegido por rey; otro, por salir herido de la batalla, en la herida halló la salud; y otro se libró de una cuartana; otro, por perder el dinero en el camino, no perdió la vida cuando fue a dar en manos de salteadores; otros, de condenados a muerte y echados a leones, vinieron a ser reyes, no dándose en despojo luego a este enemigo; otros, alcanzando estados y riquezas muy deseadas y con gran trabajo, aquellas mismas fueron causa de sus males, infortunios y muertes. ¿Cuántos desearon ser emperadores y reinar, y lo alcanzaron, y fue por su mal, y para casos desastrados y muertes infelices y violentas?, y el día dichoso en que aprendieron el imperio, fue principio y causa de su desventurada suerte. Si en ejemplos nos hubiéramos de detener seria impedir nuestro intento. Y decir: “Pues Dios ha sido servido de permitir que me viniese este daño, muerte o infortunio, quiero yo querer lo que Dios quiere; Dios lo dio, Dios lo quitó; él sea loado, que él lo sabe remediar por vías que yo no entiendo; a los suyos envía Dios azotes en este mundo, y no les allega montón de castigo para el otro”. Un sabio que todo le sucedía prósperamente, vivía muy triste por ello. Dijo Séneca: “No hay hombre más infelice y desdichado que el que no le viene adversidad ninguna; porque Dios no juzga bien de éste”. Con la mucha lozanía y abundancia no granan las mieses. Las ramas muy cargadas de frutas se quiebran. La demasiada fertilidad no llega a madurez. Después de lo dicho, toma el librito Contemptus mundi, y donde se abriere, lee un capítulo.

  Rod. Por cierto, señor Antonio, con letras de oro merecían estar escritos estos remedios, y no había de haber hombre que no los sacase y los trajese consigo, como una nómina, colgando al pecho, para librarse del pernicioso enemigo del género humano y conservar su vida; pero hacedme placer, si hay algunos otros remedios me los digáis.

  Ant. Sí los hay, y consisten en palabras de un buen amigo o de médico, si le ha sucedido enfermedad por daño o por enojo; que la mejor medicina de todas es la olvidada y inusitada en el mundo, que es palabras; éstas serán conforme al caso acontecido, fuera de las dichas en el segundo remedio, como serán consolatorias y de buena esperanza, trayéndole a la memoria otros bienes que tiene, y a los que van delanteros en aquel género de trabajos y otros mayores infortunios; y la insinuación retórica.




Aleksandr Pushkin: Eugenio Oneguin

$
0
0
EUGENIO ONEGUIN
II, XXXVIII-XL

XXXVIII

И там же надписью печальной
Отца и матери, в слезах,
Почтил он прах патриархальной…
Увы! на жизненных браздах
Мгновенной жатвой поколенья,
По тайной воле провиденья,
Восходят, зреют и падут;
Другие им вослед идут…
Так наше ветреное племя
Растет, волнуется, кипит
И к гробу прадедов теснит.
Придет, придет и наше время,
И наши внуки в добрый час
Из мира вытеснят и нас!

XXXIX

Покамест упивайтесь ею,
Сей легкой жизнию, друзья!
Ее ничтожность разумею,
И мало к ней привязан я;
Для призраков закрыл я вежды;
Но отдаленные надежды
Тревожат сердце иногда:
Без неприметного следа
Мне было б грустно мир оставить.
Живу, пишу не для похвал;
Но я бы, кажется, желал
Печальный жребий свой прославить,
Чтоб обо мне, как верный друг,
Напомнил хоть единый звук.

XL

И чье-нибудь он сердце тронет;
И, сохраненная судьбой,
Быть может, в Лете не потонет
Строфа, слагаемая мной;
Быть может — лестная надежда! —
Укажет будущий невежда
На мой прославленный портрет
И молвит: то-то был Поэт!
Прими ж мое благодаренье,
Поклонник мирных Аонид,
О ты, чья память сохранит
Мои летучие творенья,
Чья благосклонная рука
Потреплет лавры старика!

***

Lleno de sincera tristeza, Vladimir compuso allí mismo un madrigal funerario. En el propio sitio visitó llorando los restos mortales de sus padres. ¡Ay!, en los surcos de la vida, las generaciones, cual cosechas instantáneas, bajo la voluntad de la Providencia, nacen, maduran, caen y otras les siguen. Así nuestra inconsciente generación crece, se atormenta, arde y se apresura hacia la tumba de sus antepasados. ¡Ya llegará, ya llegará nuestra hora!, y nuestros nietos nos harán salir bien pronto de este mundo.

Mientras tanto, gozad de esta vida ligera, amigos míos; comprendo su vacío, estoy poco ligado a ella, cerré los ojos para no ver visiones; pero de cuando en cuando lejanas esperanzas atormentan mi corazón. Me sería penoso dejar el mundo sin rastro alguno; no vivo y escribo para las alabanzas, aunque creo que me gustaría glorificar mi triste suerte para que, por lo menos, algún verso, cual fiel amigo, recuerde mi persona.

Tal vez conmueva a alguien, y, conservada por el Destino, no se perderá en el tiempo la estrofa compuesta por mí. Quizá –¡halagadora esperanza! – un futuro principiante, señalando mi glorioso retrato, dirá: “¡Este sí que era un poeta!”. Recibe mi agradecimiento, admirador de las apacibles Aónides. ¡Oh tú, cuya memoria guardará mi fugitiva creación, cuya mano indulgente acariciará los laureles del viejo!

Traducción de IRENE TCHERNOVA.

***

XXXVIII

And with a sad inscription,
in tears, he also honored there his father' s
and mother's patriarchal dust.
 Alas! Upon life' s furrows,
in a brief harvest, generations
by Providence's secret will
rise, ripen, and must fall;
others in their tracks follow … Thus
our giddy race
waxes, stirs, seethes,
and tombward crowds its ancestors .
Our time likewise will come, will come,
and one fine day our grandsons
out of the world will crowd us too.

XXXIX

Meanwhile enjoy your fill of it
—of this lightsome life, friends!
Its insignificance I realize
and little am attached to it;
to phantoms I have closed my eyelids;
but distant hopes
sometimes disturb my heart:
without an imperceptible trace, I 'd be sorry
to leave the world.
I live, I write not for the sake of praise;
but my sad lot, meseems,
I would desire to glorify,
so that a single sound at least
might, like a faithful friend, remind one about me.

XL

And it will touch
the heart of someone ; and preserved by fate,
perhaps in Lethe will not drown
the strophe made by me ;
perhaps —flattering hope!—
a future dunce will point
at my famed portrait
and utter : “That now was a poet!”
So do accept my thanks, admirer
of the peaceful Aonian maids,
0 you whose memory will preserve
my volatile creations,
you whose benevolent hand will pat
the old man's laurels!
Translated by VLADIMIR NABOKOV.

***

38

And there, in tears, he wrote another
To mark the patriarchal dust
Of both his father and his mother…
Alas! each generation must
By Providence’s dispensation
Rise, ripen, fall, in quick succession,
Upon life’s furrows; in its wake
Others the selfsame journey take.
So, our light-headed tribe, now roaming,
Grows up, gets animated, seethes,
Sees off its ancestors with wreaths.
But our time, too, is coming, coming,
And one fine day our grandsons will
Bundle us out with equal zeal!

39

Meanwhile, enjoy, friends, till it’s ended,
This light existence, every dram!
Its nullity I’ve comprehended
And little bound to it I am;
I’ve shut my eyelids now to phantoms;
But distant hopes appear and sometimes
Continue to disturb my heart.
I’d find it sad now to depart
The world without some recognition.
Not courting praise, I live and write,
But still, it seems, I should delight
In glorifying my sad mission,
In having just a single sound
Recall me, like a friend that’s found.

40

And someone’s heart it will awaken;
And this new strophe that I nurse
Will not in Lethe drown, forsaken,
If destiny preserves my verse.
Perhaps some future ignoramus
(A flattering hope!), when I am famous,
Will point to my illustrious portrait
And say: now that man was a poet!
I offer you, then, my oblations
Admirer of Aonia’s maids,
O you, whose memory never fades
And saves my volatile creations,
Whose hand, that favours my renown,
Will pat the old man’s laurel crown!

Translated by STANLEY MITCHELL.
***

XXXVIII

Par la même occasion, il composa, en pleurant, de nouvelles épitaphes pour les tombeaux de son père et de sa mère qui se trouvaient au même endroit… Hélas ! en moissons éphémères, les générations, que suscite la volonté secrète de la Providence éclosent, mûrissent et tombent. D’autres surgissent aussitôt pour les remplacer. Ainsi notre étourdie génération d’à présent grandit, se presse, s’agite et pousse peu à peu ses pères vers le tombeau. Mais notre temps viendra à son tour, et nos fils, à l’heure venue, nous éconduiront hors du monde.

XXXIX

En attendant, ô mes amis ! enivrez-vous de cette légère liqueur de la vie ! Je comprends sa mince valeur, et j’y suis fort peu attaché ; j’ai fermé les paupières devant le spectre des illusions. Et pourtant, de lointaines espérances viennent quelquefois me faire battre le cœur. J’entrevois qu’il me serait triste de quitter cette terre sans y laisser une trace qui ne fût pas imperceptible. Je n’écris pas pour les louanges ; mais il me semble avoir le désir qu’un son, ne fût-ce qu’un son, rappelât mon souvenir comme un ami fidèle.

XL

Peut-être saura-t-il toucher le cœur de quelqu’un ; peut-être une de mes strophes, sauvée par le sort, surnagera-t-elle sur le Léthé ? Peut-être, espoir flatteur, quelque ignorant des âges futurs montrera-t-il du doigt mon portrait en disant : « Celui-là était un poëte. » Quoi qu’il advienne, reçois dès cette heure mes remercîments, ô toi, amant des Muses paisibles, dont la mémoire conservera mes œuvres fugitives, et dont la main bienveillante donnera une amicale caresse au laurier du vieillard !





Casiodoro de Reina: Eclesiastés, Biblia del Oso.

$
0
0
ECLESIASTÉS
I

 Todos los humanos estudios y ocupaciones debajo del sol, vanidad y aflicción de espíritu.

  PALABRAS del predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.

  Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo vanidad.

  . ¿Qué tiene más el hombre de todo su trabajo con que trabaja debajo del sol?

  Generación va, y generación viene: y la tierra siempre permanece.

  Y sale el sol, y pónese el sol: y como con deseo vuelve a su lugar, donde torna a nacer.

  El viento va al mediodía, y rodea al norte: va rodeando rodeando, y por sus rodeos torna el viento.

  Los ríos todos van a la mar, y la mar no se hinche: al lugar de donde los ríos vinieron, allí tornan para volver.

  Todas las cosas andan en trabajo más que lo que el hombre pueda decir, ni los ojos viendo hartarse de ver, ni los oídos oyendo henchirse.

  ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará: y nada hay nuevo debajo del sol.

  ¿Hay algo de que se pueda decir: veis aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.

  No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.

  Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén.

  Y di mi corazón a inquirir y buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; (esta mala ocupación dio Dios a los hijos de los hombres).

  Yo miré todas las obras que se hacen debajo del sol: y he aquí que todo ello es vanidad, y aflicción de espíritu.

  Lo torcido no se puede enderezar: y lo falto no se puede contar.

  Hablé yo con mi corazón diciendo, he aquí yo soy engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes mí en Jerusalén: y mi corazón ha visto multitud de sabiduría y de ciencia;

  Y di mi corazón a conocer la sabiduría, y la ciencia: y las locuras y desvaríos conocí al cabo que hasta esto era aflicción de espíritu.

  Porque en la mucha sabiduría hay mucho enojo: y quien añade ciencia, añade dolor.

II

  Prosigue Salomón en el propósito probándolo de su propia experiencia. Compara la sabiduría con la locura, y da a la sabiduría la ventaja. Esta misma sabiduría siendo mal encaminada en los negocios humanos, también es vanidad. La sabiduría sin solicitud congojosa en sus obras es donde Dios.

  DIJE yo también en mi corazón: Ahora ven acá, yo tentaré en alegría. Mira en bien. Y esto también era vanidad.

  A la risa dije: enloqueces, y al placer: ¿de qué sirve esto?

  Yo propuse en mi corazón de atraer al vino mi carne, y que mi corazón anduviese en sabiduría, y retuviese la locura, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocupasen debajo del cielo todos los días de su vida.

  Engrandecí mis obras, edifiqueme casas, planteme viñas;

  Híceme huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todos frutos.

  Híceme estanques de aguas para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles.

  Poseí siervos y siervas, y tuve hijos de familia; también tuve posesión grande de vacas y ovejas sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén.

  Allegueme también plata y oro, y tesoro preciado de reyes y de provincias. Híceme cantores y cantoras; y todos los deleites de los hijos de los hombres, sinfonía y sinfonías.

  Y fui magnificado y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; de más de esto mi sabiduría me perseveró.

  No negué a mis ojos ninguna cosa que deseasen, ni aparté mi corazón de toda alegría; porque mi corazón gozó de todo mi trabajo, y esta fue mi parte de todo mi trabajo.

  Al cabo yo miré todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas, y he aquí todo vanidad y aflicción de espíritu, y que hay más debajo del sol.

  Después yo torné a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la locura (porque, ¿qué hombre hay que pueda seguir al rey en lo que ya hicieron?).

  Y yo vi que la sabiduría sobrepuja a la locura, como la luz a las tinieblas.

  El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el loco anda en tinieblas. Y entendí también yo que un mínimo suceso sucederá al uno y al otro.

  Y yo dije en mi corazón: como sucederá al loco me sucederá también a mí, ¿para qué, pues, he trabajado hasta ahora para hacerme sabio? Y dije en mi corazón que también esto era vanidad.

  Porque ni del sabio ni del loco habrá memoria para siempre; porque en viniendo pocos días ya todo será olvidado; y también morirá el sabio como el loco.

  Y aborrecí la vida: porque toda obra que se hacía debajo del sol me era fastidiosa; porque todo era vanidad y aflicción de espíritu.

  Y yo aborrecí todo mi trabajo en que trabajé debajo del sol; el cual dejaré a otro, que vendrá después de mí.

  ¿Y quién sabe si será sabio o loco el que se enseñoreará en todo mi trabajo en que yo trabajé, y en que me hice sabio debajo del sol? Esto también es vanidad.

  Y yo torneme para desesperar mi corazón, por todo el trabajo en que trabajé, y en que me hice sabio debajo del sol.

  ¿Que trabaje el hombre con sabiduría y con ciencia, y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello? También esto es vanidad y gran trabajo.
¿Por qué tiene el hombre por todo su trabajo y fatiga de su corazón, en que él trabajó debajo del sol?

  Porque todos sus días no son sino dolores, y enojos sus ocupaciones, aun de noche no reposa su corazón. esto también es vanidad.

  No hay luego bien para el hombre, sino que coma y beba; y que su alma vea el bien de su trabajo. También vi yo que esto es de la mano de Dios.

  Porque, ¿quién comerá y quién se curará mejor que yo?

  Porque el hombre que es bueno delante de Dios, él le da sabiduría y ciencia y alegría; mas al pecador dio ocupación, que allegue y amontone para que dé al bueno delante de él. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

III

  Dios ha puesto sus razones, tiempos y términos a todos los negocios humanos, los cuales, si el hombre conociere, y se acomodare a ellos en los suyos, cuidará la inquietud del ánimo, y retendrá el contentamiento con la sabiduría. Corrupción del mundo en el supremo estado del que es el magistrado. El hombre criado de Dios en excelencia él mismo se envilece con las bestias, guiándose por su sola sabiduría en el caso de su bienaventuranza.

  PARA todas las cosas hay sazón, y todo lo que quisierdes debajo del cielo tiene su tiempo determinado.

  Tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado.

  Tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar.

  Tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de endechar y tiempo de bailar.

  Tiempo de esparcir las piedras, y tiempo de allegar las piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de alejarse de abrazar.

  Tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de echar.

  Tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar.

  Tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.

  ¿Qué tiene más el que trabaja en lo que trabaja?

  Yo he visto la ocupación que Dios dio a los hombres porque en ella se ocupasen.

  Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y aun el mundo dio a su corazón, de tal manera que no alcance el hombre esta obra de Dios desde el principio hasta el cabo.

  Yo he conocido que no hay mejor para ellos, que alegrarse, y hacer bien en su vida.

  Y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce de todo su trabajo.

  He entendido que todo lo que Dios hace, eso será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; porque Dios hace, para que teman los hombres delante de él.

  Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, ya fue; y Dios restaura lo que pasó.

  Vide más debajo del sol: En lugar del juicio, allí la impiedad; y en lugar de la justicia, allí la iniquidad.

  Y yo dije en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay tiempo determinado a todo lo que quisierdes, y sobre todo lo que se hace.

  Dije en mi corazón, acerca de la condición de los hijos de los hombres, que Dios los hizo escogidos, y es para ver que ellos sean bestias los unos a los otros.

  Porque el suceso de los hijos de los hombres, y el suceso del animal, el mismo suceso es; como mueren los unos, así mueren los otros; y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad.

  Todo va a un lugar; todo es hecho del polvo,; y todo se tornará en el mismo polvo.

  ¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres suba arriba, y el espíritu del animal descienda debajo de la tierra?

  Ansí que he visto que no hay bien más que alegrarse el hombre con lo que hiciere; porque ésta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?


René Char y Aldo Pellegrini: La lujuria

$
0
0
LA LUXURE

L’aigle voit de plus en plus s’effacer les pistes de la mémoire gelée
L’étendue de solitude rend à peine visible la proie filante
À travers chacune des régions
Où l’on tue où l’on est tué sans contrainte
Proie insensible
Projetée indistinctement
En deçà du désir et au-delà de la mort

Le rêveur embaumé dans sa camisole de force
Entouré d’outils temporaires
Figures aussitôt évanouies que composées
Leur révolution célèbre l’apothéose de la vie déclinante
La disparition progressive des parties léchées
La chute des torrents dans l’opacité des tombeaux
Les sueurs et les malaises annonciateurs du feu central
L’univers enfin de toute sa poitrine athlétique
Nécropole fluviale
Après le déluge des sourciers

Ce fanatique des nuages
A le pouvoir surnaturel
De déplacer sur des distances considérables
Les paysages habituels
De rompre l’harmonie agglomérée
De rendre méconnaissables lieux funèbres
Au lendemain des meurtres productifs
Sans que la conscience originelle
Se couvre du purificateur glissement de terrain.
RENÉ CHAR.
Le Marteau sans maître.


LA LUJURIA

El águila ve como se borran gradualmcnte las huellas de la memoria helada
La extensión de la soledad hace apenas visible la presa que huye
A través de cada una de las regiones
Donde uno mata donde a lino lo matan libremente
Presa insensible
Proyectada indistintamente
Más acá del deseo y más allá de la muerte

El soñador embalsamado en su camisa de fuerza
Rodeado de utensilios efímeros
Figuras que se desvanecen apenas formadas
Su revolución celebra la apoteosis de la vida que declina
La desaparición progresiva de las partes lamidas
La caída de los torrentes en la opacidad de las tumbas
Los sudores y malestares que anuncian el fuego central
y finalmente el universo con todo su pecho atlético
Necrópolis fluvial
Después del diluvio de los rabdomanres

Ese fanático de las nubes
Tiene el poder sobrenatural
De desplazar a considerables distancias
Los paisajes habituales
De romper la armonía acumulada
De tornar irreconocibles los lugares fúnebres
Al día siguiente de los homicidios provechosos
Sin que la conciencia originaria
Se cubra con el deslizamiento purificador del suelo.

Traducción de ALDO PELLEGRINI.
Antología de la poesía surrealista. Buenos Aires, 1961.


Gerard Manley Hopkins y Juan Tovar: Henry Purcell

$
0
0
HENRY PURCELL

The poet wishes well to the divine genius of Purcell and praises him that, whereas other musicians have given utterance to the moods of man’s mind, he has, beyond that, uttered in notes the very make and species of man as created both in him and in all men generally.

HAVE, fair fallen, O fair, fair have fallen, so dear 
To me, so arch-especial a spirit as heaves in Henry Purcell,         
An age is now since passed, since parted; with the reversal          
Of the outward sentence low lays him, listed to a heresy, here.    

Not mood in him nor meaning, proud fire or sacred fear,
Or love or pity or all that sweet notes not his might nursle:          
It is the forgèd feature finds me; it is the rehearsal
Of own, of abrupt self there so thrusts on, so throngs the ear.       

Let him Oh! with his air of angels then lift me, lay me! only I’ll 
Have an eye to the sakes of him, quaint moonmarks, to his pelted plumage under         
Wings: so some great stormfowl, whenever he has walked his while       

The thunder-purple seabeach plumèd purple-of-thunder,  
If a wuthering of his palmy snow-pinions scatter a colossal smile
Off him, but meaning motion fans fresh our wits with wonder.

Oxford, April 1879.

HENRY PURCELL

El poeta desea ventura al divino genio de Purcell y lo alaba porque, mientras otros músicos han dado expresión a los estados del alma humana, él fue más allá para enunciar en notas la hechura y especie misma del hombre tal como se creó en él y en todos los hombres en general.

Dulce bien haya, oh dulce, dulce bien haya, tan amado
De mí, tan especial espíritu como alienta en Henry Purcell,
Una edad hace ya cuya partida; con la revocación
De la sentencia externa que lo abaja, enlistado en herejía, aquí.

No es en él sentimiento ni intención, soberbio fuego o pavor sagrado,
O amor, o piedad, o todo lo que melodías no suyas pudieran nutrir:
Es la facción forjada que me encuentra; es el ejercicio
Del propio, el abrupto ser ahí que así arremete, así abarrota el oído.

¡Venga pues y con su aire de ángeles me eleve, me derribe! pero yo
Detendré la mirada en sus mores, prístinas marcas  lunares, en su plumaje moteado bajo
Las alas: así alguna gran ave de tormenta, cuando  ha caminado a su gusto

La tonante púrpura ribera, plumada púrpura-de-trueno,
Si en clamor sus níveas alas triunfales desparraman una sonrisa colosal,
Mas la intención de movimiento abanica de asombro los sentidos.

Traducción de JUAN TOVAR.

Robert Browning y Juan Rodolfo Wilcock: Rabbi Ben Ezra

$
0
0
RABBI BEN EZRA

Grow old along with me!
The best is yet to be,
The last of life, for which the first was made:
Our times are in His hand
Who saith «A whole I planned,
Youth shows but half; trust God: see all, nor be afraid!''

Not that, amassing flowers,
Youth sighed «Which rose make ours,
Which lily leave and then as best recall?»
Not that, admiring stars,
It yearned «Nor Jove, nor Mars;
Mine be some figured flame which blends, transcends them all!»

Not for such hopes and fears
Annulling youth's brief years,
Do I remonstrate: folly wide the mark!
Rather I prize the doubt
Low kinds exist without,
Finished and finite clods, untroubled by a spark.

Poor vaunt of life indeed,
Were man but formed to feed
On joy, to solely seek and find and feast:
Such feasting ended, then
As sure an end to men;
Irks care the crop-full bird? Frets doubt the maw-crammed beast?

Rejoice we are allied
To That which doth provide
And not partake, effect and not receive!
A spark disturbs our clod;
Nearer we hold of God
Who gives, than of His tribes that take, I must believe.

Then, welcome each rebuff
That turns earth's smoothness rough,
Each sting that bids nor sit nor stand but go!
Be our joys three-parts pain!
Strive, and hold cheap the strain;
Learn, nor account the pang; dare, never grudge the throe!

For thence,—a paradox
Which comforts while it mocks,—
Shall life succeed in that it seems to fail:
What I aspired to be,
And was not, comforts me:
A brute I might have been, but would not sink i' the scale.

What is he but a brute
Whose flesh has soul to suit,
Whose spirit works lest arms and legs want play?
To man, propose this test—
Thy body at its best,
How far can that project thy soul on its lone way?

Yet gifts should prove their use:
I own the Past profuse
Of power each side, perfection every turn:
Eyes, ears took in their dole,
Brain treasured up the whole;
Should not the heart beat once «How good to live and learn?»

Not once beat «Praise be Thine!
I see the whole design,
I, who saw power, see now love perfect too:
Perfect I call Thy plan:
Thanks that I was a man!
   Maker, remake, complete,—I trust what Thou shalt do!»

For pleasant is this flesh;
Our soul, in its rose-mesh
Pulled ever to the earth, still yearns for rest;
Would we some prize might hold
To match those manifold
Possessions of the brute,—gain most, as we did best!

Let us not always say,
«Spite of this flesh to-day
I strove, made head, gained ground upon the whole!»
As the bird wings and sings,
Let us cry «All good things
Are ours, nor soul helps flesh more, now, than flesh helps soul!»

Therefore I summon age
To grant youth's heritage,
Life's struggle having so far reached its term:
Thence shall I pass, approved
A man, for aye removed
From the developed brute; a god though in the germ.

And I shall thereupon
Take rest, ere I be gone
Once more on my adventure brave and new:
Fearless and unperplexed,
When I wage battle next,
What weapons to select, what armour to indue.

Youth ended, I shall try
My gain or loss thereby;
Leave the fire ashes, what survives is gold:
And I shall weigh the same,
Give life its praise or blame:
Young, all lay in dispute; I shall know, being old.

For note, when evening shuts,
A certain moment cuts
The deed off, calls the glory from the grey:
A whisper from the west
Shoots—»Add this to the rest,
Take it and try its worth: here dies another day.»

So, still within this life,
Though lifted o'er its strife,
Let me discern, compare, pronounce at last,
This rage was right i' the main,
That acquiescence vain:
The Future I may face now I have proved the Past.»

For more is not reserved
To man, with soul just nerved
To act to-morrow what he learns to-day:
Here, work enough to watch
The Master work, and catch
Hints of the proper craft, tricks of the tool's true play.

As it was better, youth
Should strive, through acts uncouth,
Toward making, than repose on aught found made:
So, better, age, exempt
From strife, should know, than tempt
Further. Thou waitedst age: wait death nor be afraid!

Enough now, if the Right
And Good and Infinite
Be named here, as thou callest thy hand thine own
With knowledge absolute,
Subject to no dispute
From fools that crowded youth, nor let thee feel alone.

Be there, for once and all,
Severed great minds from small,
Announced to each his station in the Past!
Was I, the world arraigned,
Were they, my soul disdained,
Right? Let age speak the truth and give us peace at last!

Now, who shall arbitrate?
Ten men love what I hate,
Shun what I follow, slight what I receive;
Ten, who in ears and eyes
Match me: we all surmise,
They this thing, and I that: whom shall my soul believe?

Not on the vulgar mass
Called «work,» must sentence pass,
Things done, that took the eye and had the price;
O'er which, from level stand,
The low world laid its hand,
Found straightway to its mind, could value in a trice:

But all, the world's coarse thumb
And finger failed to plumb,
So passed in making up the main account;
All instincts immature,
All purposes unsure,
That weighed not as his work, yet swelled the man's amount:

Thoughts hardly to be packed
Into a narrow act,
Fancies that broke through language and escaped;
All I could never be,
All, men ignored in me,
This, I was worth to God, whose wheel the pitcher shaped.

Ay, note that Potter's wheel,
That metaphor! and feel
Why time spins fast, why passive lies our clay,—
Thou, to whom fools propound,
When the wine makes its round,
«Since life fleets, all is change; the Past gone, seize to-day!»

Fool! All that is, at all,
Lasts ever, past recall;
Earth changes, but thy soul and God stand sure:
What entered into thee,
That was, is, and shall be:
Time's wheel runs back or stops: Potter and clay endure.

He fixed thee mid this dance
Of plastic circumstance,
This Present, thou, forsooth, wouldst fain arrest:
Machinery just meant
To give thy soul its bent,
Try thee and turn thee forth, sufficiently impressed.

What though the earlier grooves,
Which ran the laughing loves
Around thy base, no longer pause and press?
What though, about thy rim,
Skull-things in order grim
Grow out, in graver mood, obey the sterner stress?

Look not thou down but up!
To uses of a cup,
The festal board, lamp's flash and trumpet's peal,
The new wine's foaming flow,
The Master's lips a-glow!
Thou, heaven's consummate cup, what need'st thou with earth's wheel?

But I need, now as then,
Thee, God, who mouldest men;
And since, not even while the whirl was worst,
Did I,—to the wheel of life
With shapes and colours rife,
Bound dizzily,—mistake my end, to slake Thy thirst:

So, take and use Thy work:
Amend what flaws may lurk,
What strain o' the stuff, what warpings past the aim!
My times be in Thy hand!
Perfect the cup as planned!
Let age approve of youth, and death complete the same!

RABBI BEN EZRA

1. ¡Envejeced conmigo! Aún falta lo mejor, el final de la vida, el motivo del principio; nuestras horas están en Su mano, y Él dice: «He planeado un todo; la juventud sólo muestra una mitad, confiad en Dios: ved todo, y no temáis».

2. No porque la juventud reuniendo flores suspirara: «¿Qué rosa elegiremos, qué lirio dejaremos para escoger después como el más bello?» Ni porque soñara admirando las estrellas: «¡Ni Júpiter, ni Marte; la mía será una llama figurada, que iluminará y trascenderá a todos!»

3. No por esas esperanzas y temores que anulan los breves años de la juventud, yo la repruebo; ¡que la locura exista! Más me place la duda de que otras especies más bajas vivan fuera, arcillas finitas y terminadas, invulneradas por una sola centella.

4. Pobre ostentación de vida sería el hombre, si sólo existiera para alimentarse de alegría, para buscar apenas y encontrar y festejar; terminado el festín, llegaría su término seguro; ¿hiere la angustia al pájaro cebado? ¿La duda inquieta al animal ahíto?

5. ¡Alegraos de que estemos próximos a Aquél que provee y no participa, que efectúa y no recibe! Una chispa perturba nuestra arcilla; más cerca de Dios están los que dan, debo creer, que aquellas tribus suyas que sólo reciben.

6. Entonces, bienvenidas sean las contrariedades, que hacen más áspera la suavidad de la tierra; el aguijón que no obliga a sentarse o a levantarse, sino a seguir adelante. Que nuestras alegrías tengan tres partes de dolor. ¡Afanaos, y despreciad el esfuerzo; aprended, y olvidad el sufrimiento; atreveos, y no mezquinéis la angustia!

7. Porque entonces —una paradoja cuya burla consuela— la vida vencerá cuando parezca fracasar; lo que yo quise ser, y no soy, me consuela; pude haber sido una bestia, pero no descendí en la escala.

8. ¿No es acaso una bestia aquel cuyo cuerpo tiene un alma semejante, cuyo espíritu labora sólo cuando los brazos y las piernas están cansados? Medid así al hombre: «¿Hasta qué distancia lo mejor de tu cuerpo puede proyectar tu alma, en su camino solitario?»

9. Sin embargo, los bienes deben ser útiles: reconozco al profuso Pasado su poder, su repetida perfección; los ojos, los oídos recibieron su parte, todo lo atesoró el cerebro; ¿nunca exclamará el corazón: «Qué hermoso es vivir y aprender»?

10. No exclamará: «¡Yo te alabo! Ya veo toda tu intención; yo que he visto el poder, veo ahora también el perfecto amor. Perfecto es tu plan; ¡gracias por haberme hecho hombre! Hacedor: reforma, completa...; confío en lo que tú hagas».

11. Porque esta carne es agradable; nuestra alma, siempre atraída en su red de rosas hacia la tierra, suspira aún por el reposo; ¡oh si algún premio compensara estas múltiples posesiones de la bestia... ganas más, porque fuimos mejores!

12. No digamos siempre: «A pesar de esta carne, hoy luché, adelanté, gané terreno con respecto al todo». Como el ave que vuela y canta, gritemos: «¡Todas las cosas buenas nos pertenecen, y ya el cuerpo no precisa más del alma que el alma del cuerpo!»

13. Por eso conmino a la vejez para que admita la herencia de la juventud, ahora que la lucha de la vida alcanza casi su término; así seré reconocido como hombre, absolutamente apartado de la bestia superior; un dios aunque en potencia.

14. Y así descansaré, antes de alejarme una vez más hacia mi nueva y valiente aventura: sin temor ni perplejidad cuando considere la próxima batalla, y qué armas elegiré, y qué coraza vestiré.

15. Agotada la juventud, conoceré así mi ganancia o mi pérdida; soplad las cenizas del fuego, y lo que queda es oro; y yo pesaré lo mismo, elogiaré o censuraré la vida; joven, todo era discutible; viejo, ya sabré.

16. Porque mirad: cuando se cierra el crepúsculo hay un momento definido que separa el gris y el esplendor; un murmullo en el Oeste que exclama: «Agrega esto a tu descanso, tómalo y prueba sus méritos: aquí muere otro día».

17. Así, aún dentro de esta vida, aunque por encima de sus luchas, dejadme discernir, comparar, juzgar por fin: «Esta furia era acertada en lo esencial, aquella conformidad era vana; puedo encarar el Futuro ahora que he conocido el Pasado».

18. Porque más que eso no es permitido al hombre, con un alma apenas dotada para hacer mañana lo que aprende hoy; aquí hay labor bastante con sólo observar la obra del Maestro, y captar detalles de la destreza adecuada, secretos del verdadero funcionamiento de las piezas.

19. Como convenía, la juventud debía luchar, con torpes movimientos, para construir lo que el reposo pudiera encontrar; así la edad, eximida de luchas, conocería mejor y no tentaría más allá. Tú esperaste la vejez; ¡espera la muerte, y no temas!

20. Basta ahora con que lo Recto, y Justo, e Infinito, sean aquí nombrados, como tú llamas tuya tu mano, con absoluto conocimiento, sin atender a las discusiones de los necios que invadían tu juventud, y no te permitían sentir con independencia.

21. ¡Que de una vez por todas las grandes mentes sean separadas de las pequeñas, y a cada uno se anuncie su lugar en el Pasado! ¿Tuve razón al acusar al mundo, tuvieron razón al despreciar mi alma? ¡Que la vejez diga la verdad, y nos deje por fin en paz!

22. Ahora, ¿quién juzgará? Diez hombres aman lo que odio, evitan lo que persigo, desdeñan lo que acepto; diez que en años y en ojos se me comparan; todos presumimos, ellos esto, yo lo otro; ¿a quién creerá mi alma?

23. Que la sentencia no caiga sobre la masa vulgar, llamada «trabajo», sobre las cosas hechas que atraían la vista y tenían su precio; sobre ellas y desde un mismo nivel el bajo mundo ponía sus manos; directamente las comprendía, rápidamente las evaluaba.

24. Pero todo lo que el grosero pulgar y los dedos no podían aferrar, no entró en la cuenta final; todos los intentos inmaduros, los propósitos inseguros, que no contaban como trabajo suyo, pero que henchían el acervo del hombre.

25. Pensamientos difícilmente resumidos en estrechas actas, fantasías que se abrían paso a través del lenguaje y escapaban: todo lo que yo no podía ser, todo lo que los hombres ignoraron en mí, eso era digno de Dios, cuyo torno modeló el cántaro.

26. ¡Sí, piensa en ese torno del Alfarero, esa metáfora! Y advierte qué rápido gira nuestra vida, qué pasividad hay en nuestra arcilla; tú, a quien los necios proponen en la rueda del vino: «¡Puesto que la vida huye, todo cambia; el Pasado se ha ido, aférrate al Presente!»

27. ¡Necio! Todo lo que existe dura siempre, más allá de toda medida; la tierra cambia, pero tu alma y Dios están firmes; lo que en ti ha entrado, eso fue, es, y será; la rueda del tiempo gira hacia atrás o se detiene, el Alfarero y la arcilla permanecen.

28. Él te fijó en medio de esta danza de plástica circunstancia, este Presente que tú, insensato, quisieras detener; maquinaria sólo destinada a curvar tu alma, probarte, y completarte, ya bien modelado.

29. ¿Qué importa si las primeras muescas que marcaron los rientes amores en torno a tu base, ya no te imprimen y detienen? ¿Qué importa si cerca del borde nacen en tétrico orden formas cadavéricas, y gravemente obedecen la presión cada vez más austera?

30. ¡No mires abajo, sino arriba! Para el uso de una copa, la mesa del festín, el fulgor de la lámpara, el estrépito de las trompetas y la espuma de la mina nueva fluyen, mientras brillan los labios del Maestro. Tú, copa consumada del cielo, ¿qué tienes que ver con la rueda terrestre?

31. Pero yo te necesito, ahora como antes, Dios que moldeas a los hombres; y puesto que ni cuando el torbellino era peor —locamente sacudido por la rueda de la vida, con tantas formas y colores— olvidé que mi destino era apagar tu sed...

32. ¡Entonces, toma Tu obra, y úsala; corrige las fallas que ella esconda, los defectos del material, las curvas excesivas! ¡Que mis días queden en Tu mano! ¡Perfecto era Tu plan! ¡Que mi vejez apruebe mi juventud, y que la muerte las complete!

Traducción de JUAN RODOLFO WILCOCK.







Rainer Maria Rilke: Poemas franceses reunidos

$
0
0

Universalmente reconocido como uno de los mayores poetas del siglo XX, Rainer Maria Rilke es asimismo autor de varios poemarios escritos en francés. Vivió en París unos diez años, y, a partir de 1921, se estableció en el cantón suizo del Valais; su primer libro francés data de 1924. En esos años, la lengua francesa dejó de ser para él una herramienta utilitaria para convertirse en un nuevo medio de expresión poética. Rilke sintió, quizás, los riesgos de escribir en otro idioma sin lograr nada mejor que “un remedo muy vago que zozobra / o peor aún: el vallado que excluye”, como escribió en Vergers. Los poemas franceses de Rainer Maria Rilke son, sin embargo, de una pureza cristalina; en ellos, la forma, simple y regular, es el molde perfecto en que se ponen en evidencia la profundidad del pensamiento y la absoluta maestría del autor. Son composiciones muy cortas, en general, en las que unos pocos versos bastan, con sus reflexiones filosóficas y su intuición sensual, para definir imágenes de una incuestionable originalidad. La presente edición  de POEMAS FRANCESES REUNIDOS recoge las traducciones previamente publicadas por Ediciones De La Mirándola en los volúmenes bilingües independientes Las rosas. Las ventanas, Vergeles, Las cuartetas valesanas. Tiernos tributos a Francia, Poemas y dedicatorias y Ejercicios y evidencias, disponibles tanto en papel como en formato digital.

VERGELES
XLI

OH nostalgia de sitios que no fueron
bastante amados en la hora huidiza,
¡cómo querría darles desde lejos
el gesto que olvidé, la acción faltante!

Volver sobre mis pasos, repetir
—solo, esta vez—, despacio, cierto viaje,
quedarme un poco más junto a la fuente,
acariciar ese árbol y ese banco...

Subir a la capilla solitaria,
carente de interés, según se dice;
abrir la reja de ese cementerio
y callarse con él, que tanto calla.

¿No ha llegado la hora en que debemos
tender lazos sutiles y piadosos?
Éste era fuerte, porque la tierra es fuerte;
y aquél se queja porque mal la conoce.

©Ediciones De La Mirándola, julio de 2018.
ISBN 978-1717900678


VERGERS
XLI

Ô nostalgie des lieux qui n'étaient point
assez aimés à l'heure passagère,
que je voudrais leur rendre de loin
le geste oublié, l'action supplémentaire !

 Revenir sur mes pas, refaire doucement
 — et cette fois, seul — tel voyage,
 rester à la fontaine davantage,
toucher cet arbre, caresser ce banc...

Monter à la chapelle solitaire
que tout le monde dit sans intérêt ;
pousser la grille de ce cimetière,
se taire avec lui qui tant se tait.

Car n'est-ce pas le temps où il importe
de prendre un contact subtil et pieux ?
Tel était fort, c'est que la terre est forte ;
et tel se plaint : c'est qu'on la connaît peu.










Walter de La Mare y Silvina Ocampo:Todo lo que está en el pasado

$
0
0

ALL THAT’S PAST

Very old are the woods;
And the buds that break
Out of the brier's boughs,
When March winds wake,
So old with their beauty are—
Oh, no man knows
Through what wild centuries
Roves back the rose.

Very old are the brooks;
And the rills that rise
Where snow sleeps cold beneath
The azure skies
Sing such a history
Of come and gone,
Their every drop is as wise
As Solomon.

Very old are we men;
Our dreams are tales
Told in dim Eden
By Eve's nightingales;
We wake and whisper awhile,
But, the day gone by,
Silence and sleep like fields
Of amaranth lie.


TODO LO QUE ESTÁ EN EL PASADO

Muy viejos son los bosques;
y los pimpollos que irrumpen
de las ramas espinosas,
cuando el viento de marzo despierta,
tan viejos son con su belleza —
oh, ningún hombre sabe
a través de qué siglos salvajes
vuelve a vagar la rosa.

Muy viejos son los arroyos;
y los riachos que surgen
donde fría duerme la nieve debajo
de los cielos azules
cuentan tantas historias
de llegadas y de partidas,
que cada una de sus gotas es sabia
como Salomón.

Muy viejos somos los hombres;
nuestros sueños son cuentos
contados en el vago Edén
por los ruiseñores de Eva;
despertamos y susurramos un instante,
pero el día ha pasado,
el silencio y el sueño como un campo
de amaranto se extienden.

Traducción de SILVINA OCAMPO.
Revista Sur, julio-octubre 1947.

Wystan Hugh Auden y Juan Rodolfo Wilcock: En memoria de W. B. Yeats

$
0
0
IN MEMORY OF W. B. YEATS

III

Earth, receive an honoured guest;
William Yeats is laid to rest:
Let the Irish vessel lie
Emptied of its poetry.

Time that is intolerant
Of the brave and innocent,
And indifferent in a week
To a beautiful physique,

Worships language and forgives
Everyone by whom it lives;
Pardons cowardice, conceit,
Lay its honours at their feet.

Time that with this strange excuse
Pardoned Kipling and his views,
And will pardon Paul Claudel,
Pardons him for writing well.

In the nightmare of the dark
All the dogs of Europe bark,
And the living nations wait,
Each sequestered in its hate;

Intellectual disgrace
Stares from every human face,
And the seas of pity lie
Locked and frozen in each eye.

Follow, poet, follow right
To the bottom of the night,
With your unconstraining voice
Still persuade us to rejoice;

With the farming of a verse
Make a vineyard of the curse,
Sing of human unsuccess
In a rapture of distress;

In the deserts of the heart
Let the healing fountain start,
In the prison of his days
Teach the free man how to praise.


EN MEMORIA DE W. B. YEATS

III

Recibe, tierra, a un huésped honorable;
William Yeats desciende hacia el reposo.
Que el ánfora irlandesa
descanse, despojada de su música.

El tiempo que es intolerante
con el audaz y el inocente,
y en sólo una semana indiferente
ante un hermoso físico,

adora los idiomas y perdona
a quienes les dan vida;
perdona vanidades, cobardías,
y pone sus honores a sus pies.

El tiempo que con esta extraña excusa
perdonó a Kipling sus ideas,
y habrá de perdonar a Paul Claudel,
perdona a los que escriben bien.

En esta pesadilla de la sombra
todos los perros de Europa ladran,
y las naciones vivientes acechan,
secuestradas en sus odios;

la vergüenza intelectual
nos mira desde cada rostro humano
y los mares de la piedad
se hielan en todos los ojos.

Sigue, poeta, sigue derecho
hacia el fondo de la noche,
con tu voz que nunca ordena
persuádenos aún la alegría.

Con el cultivo de un verso
haz la viña de las anatemas,
canta el fracaso humano
en un éxtasis de angustia.

En los desiertos del corazón
deja fluir la fuente consoladora,
en la prisión de sus días
enseña al hombre libre los elogios.

Traducción de JUAN RODOLFO WILCOCK.
Revista Sur, julio-octubre 1947.

Stephen Spender y Silvina Ocampo: La separación

$
0
0
THE SEPARATION
              
When the night within whose deep
Our minds and bodies melt in love,
Instead of joining us, divides
With winds and seas that tear between
Our separated sleep –
            
Then to my lidless eyes that stare
Beyond my dark and climbing fears,
Your answering warm island lies
In the gilt wave of desire
Far as the day from here.
              
Here where I lie is the hot pit
Crowding on the mind with coal
And the will turned against it
Only drills new seams of darkness
Through the dark-surrounding whole.
              
Our vivid suns of happiness
Withered from summer, drop their flowers;
Hands of the longed, withheld tomorrow
Fold on the hands of yesterday
In double sorrow.    
           
 The present voices and the faces
Of strangers mirroring each other
In their foreign happiness,
Lay waste and populate my map
With meaningless names of places.   
              
To bring me back to you, the earth
Must turn, the aeroplane
Must fly across the glittering spaces,
The clocks must run, the scenery change
From mountains into town.    
              
Against a wheel I press my brain,
My blood roars through a night of wood
But my heart uncoils no shoot
From the centre of a silence
Of motionless violence.
              
And when we meet – the ribs will still
Divide the flesh-enfolding dream
And the winds and seas of time
Ruin the islands with their stream
However compassed be the will;      
              
Unless within the turning night
Where we are ever separate,
Our eyes drink in each other’s silence,
Unmeasuring patience
Threaded upon their secret light.
              
Shuttered by dark at the still centre
Of the world’s circular terror,
O tender birth of life and mirror
Of lips, where love at last finds peace
Released from the will’s error.




LA SEPARACIÓN

Cuando la noche en cuya profundidad
se funden nuestras mentes y nuestros cuerpos
en vez de unirnos nos divide
con vientos y océanos entre nosotros rompiendo
nuestros sueños separados —

en mis ojos sin párpados que miran
más allá del ascendente y tenebroso terror
tu isla cálida que me responde se extiende
sobre la ola brillante del deseo
lejana como el día.

Aquí donde estoy yaciendo está el ardiente foso
agolpando la mente con sus carbones
y la voluntad contraria a ella
sólo elabora nuevas grietas de oscuridad
a través de sus oscuros alrededores.

Nuestros soles vívidos de felicidad
marchitos por el verano, pierden sus flores;
las manos del ansiado, retenido mañana
se enlazan a las manos de ayer en un doble dolor.

Las voces presentes y los rostros
extranjeros reflejándose
en su dicha forastera,
yacen perdidos y pueblan un mapa
con nombres de lugares sin sentido.

Para acercarme a ti de nuevo, la tierra
tiene que girar, el aeroplano
volar a través del rutilante espacio,
apurarse los relojes, el escenario tornar
las montañas en una ciudad.

Contra una rueda oprimo mi cerebro,
mi sangre brama a través de una noche de madera
pero mi corazón no lanza ningún brote
del centro de un silencio
de inmóvil violencia.

Y cuando nos encontremos — las costillas todavía
dividirán el sueño que incluye la carne
y los vientos y los océanos del tiempo
destruirán las islas con sus arroyos
por acompasada que sea nuestra voluntad;

salvo que en la noche giratoria
donde estamos siempre separados
nuestros ojos beban en nuestro mutuo silencio,
inmensurable paciencia
hilada en su secreta luz.

Resguardados por la oscuridad en el quieto centro
del circular terror del mundo,
oh nacimiento tierno de la vida y reflejo
de los labios, donde el amor por fin halla paz
liberado de los errores de la voluntad.

Traducción de SILVINA OCAMPO.
Revista Sur, julio-octubre de 1947.

Paul Éluard: En el cilindro de las tribulaciones

$
0
0
DANS LE CYLINDRE DES TRIBULATIONS

Que le monde m’entraîne et j’aurai des souvenirs.

Trente filles au corps opaque, trente filles divinisées par l’imagination, s’approchent de l’homme qui repose dans la petite vallée de la folie.

L’homme en question joue avec ferveur. Il joue contre lui-même et gagne. Les trente filles en ont vite assez. Les caresses du jeu ne sont pas celles de l’amour et le spectacle n’en est pas aussi charmant, séduisant et agréable.

Je parle de trente filles au corps opaque et d’un joueur heureux. Il y a aussi, dans une ville de laine et de plumes, un oiseau sur le dos d’un mouton. Le mouton, dans les fables, mène l’oiseau en paradis.

Il y a aussi les siècles personnifiés, la grandeur des siècles présents, le vertige des années défendues et des fruits perdus.

Que les souvenirs m’entraînent et j’aurai des yeux ronds comme le monde.

Mourir de ne pas mourir (1924).

EN EL CILINDRO DE LAS TRIBULACIONES

Treinta muchachas de cuerpo opaco, treinta muchachas divinizadas por la imaginación, se acercan del hombre que descansa en el pequeño valle de la locura.

El hombre en cuestión apuesta con fervor. Apuesta contra él mismo y gana. Las treinta muchachas pronto están hartas. Las caricias del juego no son las del amor y el espectáculo está lejos de ser tan encantador, seductor y agradable.

Hablo de treinta muchachas de cuerpo opaco y de un jugador con suerte. Hay también, en una ciudad de lana y plumas, un pájaro en el lomo de un cordero. El cordero, en las fábulas, conduce al pájaro al paraíso.

Hay también los siglos personificados, la grandeza de los siglos presentes, el vértigo de los años prohibidos y de los frutos perdidos.

Que los recuerdos me arrastren y tendré ojos redondos como el mundo.

Traducción, para Literatura & Traducciones, de Miguel Ángel Frontán.





Casiodoro de Reina: Libro de Job, III

$
0
0
 
LIBRO DE JOB
III

Lamenta Job casi desesperadamente con la graveza de la tentación, deseando no haber nacido, o a lo menos avergonzado del beneficio del morir, antes de venir al mundo para tanta calamidad; Espacíase en alabanzas de la muerte.

Después de esto abrió Job su boca, y maldijo su día.

Y exclamó Job, y dijo:

Perezca el día en que yo fui nacido, y la noche que dijo: Concebido es varón.

Aquel día fuera tinieblas, y Dios no curara de él desde arriba, ni claridad resplandeciera sobre él.

Ensuciáranlo tinieblas y sombra de muerte; reposara sobre él nublado, que lo hiciera horrible como día caluroso.

Aquella noche ocupara escuridad, ni fuera contada entre los días del año, ni viniera en el número de los meses.

¡Oh, si fuere aquella noche solitaria, que no viniera en ella canción!

Maldijéranla los que maldicen al día, los que se aparejan para levantar su llanto.

Las estrellas de su alba fueran escurecidas; esperara la luz, y no viniera, ni viera los párpados de la mañana.

Porque no cerró las puertas del vientre donde yo estaba, ni escondió de mis ojos la miseria.

¿Por qué no morí yo desde la matriz, o fui traspasado saliendo del vientre?

¿Por qué me previnieron las rodillas? ¿Y para qué las tetas que mamase?

Porque ahora yaciera y reposara; durmiera, y entonces tuviera reposo,

Con los reyes y con los consejeros de la tierra, que edifican para sí los desiertos;

O con los príncipes que poseen el oro, que llenan sus casas de plata.

¿O por qué no fui escondido como abortivo, como los pequeñitos que nunca vieron luz?

Allí los impíos dejaron el miedo, y allí descansaron los de cansadas fuerzas.

Allí también reposaron los cautivos; no oyeron la voz del exactor.

Allí está el chico y el grande; allí es el siervo libre de su señor.

¿Por qué dio luz al trabajado, y vida a los amargos de ánimo?

Que esperan la muerte, y no la hay; y la buscan más que tesoros.

Que se alegran de grande alegría, y se gozan cuando hallan el sepulcro.

Al hombre que no sabe por donde vaya, y que Dios lo encerró.

Porque antes que mi pan, viene mi sospiro; y mis gemidos corren como aguas.

Porque el temor que me espantaba me ha venido, y hame acontecido lo que temía.

Nunca tuve paz, nunca me asosegué, ni nunca me reposé; y vínome turbación.

Biblia del Oso, 1569.

Tito Lucrecio Caro y José Marchena: De Rerum Natura, Libro I

$
0
0
DE LA NATURALEZA DE LAS COSAS
LIBRO I

PLACER de hombres y dioses, alma Venus:
Debajo de la bóveda del cielo,
Por do miran los astros resbalando,
Haces poblado el mar, que lleva naves,
Y las tierras fructíferas fecundas;
Por ti todo animal es concebido
Y a la lumbre del sol abre sus ojos;
De ti, diosa, de ti los vientos huyen;
Cuando tú llegas, huyen los nublados; [10]
Te da suaves flores varia tierra;
Las llanuras del mar contigo ríen,
Y brilla en larga luz el claro cielo.
Al punto que galana primavera
La faz descubre, y su fecundo aliento
Robustece Favonio desatado,
Primero las ligeras aves cantan
Tu bienvenida, diosa, porque al punto
Con el amor sus pechos traspasaste:
En el momento por alegres prados [20]
Retozan los ganados encendidos,
Y atraviesan la rápida corriente:
Prendidos del hechizo de tus gracias
Mueren todos los seres por seguirte
Hacia do quieres, diosa, conducirlos;
Por último, en los mares y en las sierras,
Y en los bosques frondosos de las aves,
Y en medio de los ríos desbordados,
Y en medio de los campos que verdecen,
El blando amor metiendo por sus pechos, [30]
Haces que las especies se propaguen.
Pues como seas tú la soberana
De la naturaleza, y por ti sola
Todos los seres ven la luz del día,
Y no hay sin ti contento ni belleza,
Vivamente deseo me acompañes
En el poema que escribir intento
De la naturaleza de las cosas,
Y dedicarle a mi querido Memmio,
A quien tú, diosa, engalanar quisiste [40]
En todo tiempo con sublimes prendas:
Da gracia eterna, diosa, a mis acentos.
Haz que entretanto el bélico tumulto
Y las fatigas de espantosa guerra
Se suspendan por tierras y por mares;
Porque puedes tú sola a los humanos
Hacer que gusten de la paz tranquila;
Puesto que las batallas y combates
Dirige Marte, poderoso en armas,
Que arrojado en tu seno placentero, [50]
Consumido con llaga perdurable,
La vista en ti clavada, se reclina,
Con la boca entreabierta, recreando
Sus ojos de amor ciegos en ti, diosa,
Sin respirar, colgado de tus labios.
Ya que descansa en tu sagrado cuerpo,
Inclinándote un poco hacia su boca,
Infúndele tú, diosa, blando acento:
Ínclita medianera de las paces,
Pídesela en favor de los romanos; [60]
Porque no puedo consagrarme al canto
Entre las guerras de la patria mía,
ni puedo yo sufrir que el noble Memmio
Su defensa abandone por oírme.
Óyeme, Memmio, tú con libre oído,
Y sin cuidados al saber te entrega:
No desprecies mis dones, trabajados
En honra tuya con sincero afecto,
Sin penetrar primero en lo que digo:
Porque serán materia de mi canto [70]
La mansión celestial, sus moradores;
De qué principios la naturaleza
Forma todos los seres, cómo crecen,
Cómo los alimenta y los deshace
Después de haber perdido su existencia:
Los elementos que en mi obra llamo
La materia y los cuerpos genitales,
Y las semillas, los primeros cuerpos,
Porque todas las cosas nacen de ellas.
Pues la naturaleza de los dioses [80]
Debe gozar por sí con paz profunda
De la inmortalidad: muy apartados
De los tumultos de la vida humana,
Sin dolor, sin peligro, enriquecidos
Por sí mismos, en nada dependientes
De nosotros; ni acciones virtuosas
Ni el enojo y la cólera les mueven.
Cuando la humana vida a nuestros ojos
Oprimida yacía con infamia
En la tierra por grave fanatismo, [90]
Que desde las mansiones celestiales
Alzaba la cabeza amenazando
A los mortales con horrible aspecto,
Al punto un varón griego osó el primero
Levantar hacia él mortales ojos
Y abiertamente declararle guerra:
No intimidó a este hombre señalado
La fama de los dioses, ni sus rayos,
Ni del cielo el colérico murmullo.
El valor extremado de su alma [100]
Se irrita más y más con la codicia
De romper el primero los recintos
Y de Natura las ferradas puertas.
La fuerza vigorosa de su ingenio
Triunfa y se lanza más allá los muros
Inflamados del mundo, y con su mente
Corrió la inmensidad, pues victorioso
Nos dice cuáles cosas nacer pueden,
Cuáles no pueden, cómo cada cuerpo
Es limitado por su misma esencia: [110]
Por lo que el fanatismo envilecido
A su voz es hallado con desprecio;
¡Nos iguala a los dioses la victoria!
Mas temo mucho en esto que te digo
Pienses acaso no te dé lecciones
De impiedad, enseñándote el camino
De la maldad: por el contrario, ¡oh Memmio!
De acciones execrables y malvadas
Fue causa el fanatismo muchas veces:
A la manera que en Aulide un tiempo [120]
El altar de Diana amancillaron
Torpemente en la sangre de Ifigenia
La flor de los caudillos de los griegos,
Los héroes más famosos de la tierra:
Después que rodearon la cabeza
De la doncella con fatales cintas,
Que por ambas mejillas la colgaban:
Cuando vio que su padre entristecido
Estaba en pie del lado de las aras,
Y junto a él tapando los ministros [130]
El cuchillo, y que el pueblo derramaba
En su presencia lágrimas a mares;
Muda de espanto, la rodilla en tierra
Como una suplicante desgraciada,
No la valía en tan fatal momento
Haber dado al monarca la primera
De padre el nombre; porque arrebatada
Por varoniles manos, y temblando,
Fue llevada al altar, no como hubiera
En himeneo ilustre acompañada [140]
Ido a las aras con solemne rito;
Antes, doncella, en el instante mismo
De sus bodas cayese degollada
A manos de su padre impuramente,
Como infelice víctima inmolada
Para dar a la escuadra buen suceso:
¡Tanta maldad persuade el fanatismo!
De aterradores cuentos fatigado
Referidos por todos los poetas,
Quizá huirás de mí también tú, Memmio, [150]
Juzgándome inventor de sueños vanos
Que sin cesar toda tu vida agiten,
Y el temor emponzoñe tu ventura.
Y con razón; pues si los hombres viesen
Que cierto fin tenían sus desdichas,
En alguna manera se armarían,
Resistirían contra el fanatismo
Y amenazas terribles de poetas:
Pero no hay medio alguno de hacer frente,
Porque se han de temer eternas penas [160]
Más allá de la muerte; no sabemos
Cuál es del alma la secreta esencia:
Si nace, o si al contrario, se insinúa
Al nacer en el cuerpo, y juntamente
Muere ella con nosotros; si del Orco
Corre vastas lagunas tenebrosas;
Si por orden divina va pasando
De cuerpo en cuerpo de los otros brutos,
Como cantó nuestro Ennio, que el primero
De las cumbres amenas de Elicona [170]
Trajo guirnalda de verdor perenne
Que las gentes latinas ensalzaron:
A pesar de que en versos inmortales
Ennio afirmó los infernales templos,
En los que ni los cuerpos, ni las almas,
Sino unos macilentos simulacros
De figura espantable sólo habitan:
Dice que allí del inmortal Homero
La sombra vio, que se deshizo en llanto,
Y los arcanos del saber le expuso. [180]
Por lo que antes que entremos en disputa
De las cosas de arriba, y expliquemos
Del sol y de la luna la carrera;
Cómo en la tierra se produce todo;
Principalmente con sagaz ingenio
Del ánimo y del alma los principios
Constitutivos es bien indaguemos:
Y por qué los objetos que hemos visto
En la dolencia asustan, y en el sueño,
De modo que parece contemplamos [190]
Y hablamos cara a cara con los muertos,
Abrazando la tierra ya sus huesos.
No se me oculta que en latinas voces
Es difícil empresa el explicarte
Los inventos obscuros de los griegos,
Principalmente cuando la pobreza
De nuestra lengua, y novedad de objeto
Harán que forme yo vocablos nuevos:
Pero tu virtud, Memmio, sin embargo,
Y el placer cierto de amistad suave [200]
Me inducen a sufrir cualquier trabajo
Y a velar en la calma de las noches,
Buscando de qué modo y de qué verso
Pueda en tu mente derramar las luces
Que todos los secretos te descubran.
Preciso es que nosotros desterremos
Estas tinieblas y estos sobresaltos,
No con los rayos de la luz del día,
Sino pensando en la naturaleza.
Por un principio suyo empezaremos: [210]
Ninguna cosa nace de la nada;
No puede hacerlo la divina esencia:
Aunque reprime a todos los mortales
El miedo de manera que se inclinan
A creer producidas por los dioses
Muchas cosas del cielo y de la tierra,
Por no llegar a comprender sus causas.
Por lo que cuando hubiéremos probado
Que de la nada nada puede hacerse,
Entonces quedaremos convencidos [220]
Del origen que tiene cada cosa;
Y sin la ayuda de los inmortales
De qué modo los seres son formados.
Porque si de la nada fuesen hechos,
Podría todo género formarse
De toda cosa sin semilla alguna.
Los hombres de la mar nacer podrían,
De la tierra los peces y las aves,
Lanzáranse del cielo los ganados,
Y las bestias feroces como hijos [230]
De la casualidad habitarían
Los lugares desiertos y poblados:
Los mismos frutos no daría el árbol,
Antes bien diferentes los daría:
Todos los cuerpos produjeran frutos;
Pues careciendo de principios ciertos,
A las cosas ¿qué madre señalamos?
Pero es porque los seres son formados
De unas ciertas semillas de que nacen
Y salen a la luz; en donde se hallan [240]
Sus elementos y primeros cuerpos:
Por lo que esta energía circunscribe
La generación propia a cada especie.
Además, ¿por qué causa en primavera
Vemos nacer la rosa, y en estío
Los frutos sazonados, y las viñas
En los días hermosos del otoño?
Sino porque a su tiempo las semillas
Determinadamente se reúnen;
Sale la creación si ayuda el tiempo; [250]
La tierra vigorosa con certeza
Da a luz sus tiernos hijos: si naciesen
De la nada, saldrían al momento,
En tiempo incierto y estación contraria:
Pues que carecerían de principios
Cuya unión el mal tiempo no impidiera.
Ni para su incremento cualquier cuerpo
De tiempo y conjunción de las semillas
Necesitara, si crecer pudiese
De la nada: pues jóvenes se harían [260]
En un instante los pequeños niños;
Y apenas los arbustos asomasen,
De repente a las nubes se alzarían:
Y vemos que sucede lo contrario,
Puesto que poco a poco van creciendo,
Imprimiendo un carácter cierto y fijo
Con su propio crecer a cada especie.
Venir puedes de aquí en conocimiento
Que cada cuerpo crece y se sustenta
De su materia propia y de su jugo. [270]
Además, que la tierra no daría
Sin ciertas lluvias sus alegres frutos;
Ni el animal privado de alimento
Su especie propagara, ni podría
Conservarse a sí mismo: antes diremos
Que muchos elementos son comunes
A muchos individuos, así como
Las letras a los nombres: pues sentemos
Que sin principios nada existir puede.
¿Qué impidió, en fin, a la naturaleza [280]
Para que hombres tamaños nos hiciese
Que vadear pudiésemos los mares,
Arrancar con las manos las montañas,
Y vencer muchos siglos con la vida,
Sino porque ha fijado los principios
Para las creaciones de los seres?
Nada, pues, de la nada puede hacerse,
Puesto que necesita de semilla
Cualquiera cosa para ser criada,
Y del aire salir al aura tierna. [290]
Porque vemos, en fin, aventajarse
A los eriales las labradas tierras
Y mejorar la tierra con cultivo,
Inferimos de aquí existir en ella
Partes elementales que nosotros
Hacemos producir, con el arado,
Los fecundos terrones revolviendo,
Y sujetando el suelo de la tierra:
Luego si estos principios no existiesen,
La perfección de suyo adquirirían. [300]
A esto se junta que naturaleza
Nada aniquila, sino que reduce
Cada cosa a sus cuerpos primitivos;
Si los principios fueran destructibles,
De nuestra vista luego arrebatado
Cada ser pereciera en el momento;
Inútil, pues, sería toda fuerza
Que turbase la unión de los principios,
Y rompiese sus lazos: pero ahora,
Porque los elementos son eternos, [310]
Sufrir no puede la naturaleza
Ponerlos a la vista destruidos,
Sino cuando una fuerza extraordinaria
El cuerpo hirió, le penetró y deshizo.
Además, que si el tiempo aniquilase
Todo lo que arrebata a nuestros ojos,
Acabando con toda la materia,
¿De dónde Venus a sacar volviera
Todos los seres a la luz de vida?
¿Cómo reproducidos la alma tierra [320]
Los alimenta, cómo da incremento,
En general los pastos repartiendo?
¿Cómo los ríos y las fuentes bellas
De tan lejos al mar tributarían?
¿Cómo el éter sustenta las estrellas?
Pues si los elementos son mortales,
Tantos siglos y días deberían
Haber todas las cosas consumido:
Luego son inmortales los principios,
Si la naturaleza los obliga [330]
A las reproducciones de los seres:
Ninguna cosa puede aniquilarse.
La misma fuerza y causa últimamente
Acabaría con los cuerpos todos
Si la materia eterna no tuviera
Estos entre sí unidos y enlazados:
El tacto sólo les daría muerte,
Porque no siendo eternos sus principios,
Cualquiera fuerza a aniquilarlos basta.
Mas como el nexo de sus elementos [340]
Diferencia los cuerpos unos de otros,
Y como es la materia indestructible,
Cada cuerpo subsiste ileso en tanto
No reciba algún choque, que desuna
La textura y unión de sus principios:
Luego no se aniquila cosa alguna;
Antes bien, destruido cualquier cuerpo,
Se vuelve a sus primeros elementos.
En fin, ¿perecen las copiosas lluvias
Cuando las precipita el padre éter [350]
En el regazo de la madre tierra?
No: pues hermosos frutos se levantan,
Los ramos de los árboles verdean,
Crecen y se desgajan con el fruto.
Sustentan a los hombres y alimañas,
De alegres niños pueblan las ciudades,
Por cualquier parte en las frondosas selvas
Se oyen los cantos de las aves nuevas,
Y los rebaños de pacer cansados
Tienden sus cuerpos por risueños pastos, [360]
Y sale de sus ubres retestadas
Copiosa y blanca leche; sus hijuelos
De pocas fuerzas por la tierna hierba
Lascivos juguetean, conmovidos
Del placer de mamar la pura leche:
Luego ningunos cuerpos se aniquilan;
Pues la naturaleza los rehace,
Y con la muerte de unos otro engendra.
Puesto que te he enseñado que los seres
No pueden engendrarse de la nada, [370]
Ni pueden a la nada reducirse;
No mires con recelo mi enseñanza,
Al ver que con los ojos no podemos
Descubrir los principios de las cosas;
Sin embargo es preciso que confieses
Que hay cuerpos que los ojos no perciben.
La fuerza enfurecida de los vientos
Revuelve el mar, y las soberbias naves
Derriba, y desbarata los nublados;
Con torbellino rápido corriendo [380]
Los campos a la vez, saca de cuajo
Los corpulentos árboles, sacude
Con soplo destructor los altos montes;
El ponto se enfurece con bramidos,
Y con murmullo aterrador se ensaña.
De aquí seguramente inferiremos
Que los vientos son cuerpos invisibles,
Que barren tierra, mar, y en fin el cielo,
Y esparcen por el aire los destrozos:
No de otro modo corren y destrozan, [390]
Que cuando un río de tranquilas aguas
De repente sus márgenes ensancha
Enriquecido de copiosas lluvias
Que de los montes a torrentes bajan
Amontonando troncos y malezas:
Ni los robustos puentes la avenida
Impetuosa sufren de las aguas;
En larga lluvia rebosando el río,
Con ímpetu estrellándose en los diques,
Con horroroso estruendo los arranca, [400]
Y revuelve en sus ondas los peñascos,
Con furor arrollando todo osbtáculo;
Del mismo modo los furiosos vientos
Semejantes a un río impetuoso
Se arrojan sobre un cuerpo, y le sacuden,
Y lo llevan delante con gran fuerza,
En remolino a veces le arrebatan;
Mil vueltas le hacen dar a la redonda.
Diré y repetiré yo que los vientos
Son cuerpos invisibles: sus efectos [410]
Y su naturaleza nos lo muestran,
Puesto que emulan a los grandes ríos.
Sentimos, además, varios olores,
Y en la nariz tocando no los vemos;
Ni el calor percibimos, ni los fríos,
Ni las voces tampoco ver solemos
Que la naturaleza de los cuerpos
Es preciso que tenga, porque pueden
Impeler los sentidos: nada puede
Tocar y ser tocado sino el cuerpo. [420]
Por último; en las playas resonantes
Los vestidos colgados se humedecen,
Y tendidos al sol se enjugan luego:
Ni cómo se empaparon ver podemos
Ni cómo se enjugaron con la lumbre:
En partículas tenues se divide
El agua de manera que no pueden
Verse de modo alguno con los ojos.
Después de cierto número de soles
El anillo se gasta en vuestro dedo, [430]
El gotear la piedra agujerea,
La reja del arado ocultamente
En los surcos se gasta, y con los pasos
Los empedrados desgastarse vemos;
En las puertas también las manos diestras
De cobreñas estatuas se adelgazan
Con los besos continuos de unos y otros;
Pues que gastadas vemos se atenúan:
Pero no quiso la naturaleza
Descubrirnos su pérdida instantánea, [440]
Celosa de que viesen nuestros ojos
El lento crecimiento con que obliga
A aumentarse los cuerpos cada día,
Ni cómo se envejecen con el tiempo,
Ni qué pérdidas tienen los peñascos
De sales roedoras carcomidos,
Que a los mares dominan y amenazan:
Luego sólo obra la naturaleza
De imperceptibles cuerpos ayudada.
No está ocupado todo por los cuerpos, [450]
Porque se da vacío entre las cosas:
Al entenderlo cogerás el fruto,
Ni andarás entre dudas vacilante,
Ni de continuo buscarás la esencia,
Ni desconfiarás de mis escritos.
Un espacio se da desocupado,
Impalpable, vacío: el movimiento
Sin este espacio no concebirías;
Porque propiedad siendo de los cuerpos
La resistencia, nunca cesarían [460]
De andar entrechocándose unos y otros:
Imposible sería el movimiento,
Pues ningún cuerpo se separaría:
Por los mares ahora y por las tierras
Y por los altos cielos, con los ojos
Vemos mil movimientos diferentes:
Y sin vacío no tan solamente
De agitación continua carecieran
Los cuerpos, mas también, ni aun engendrados
Hubieran sido; porque la materia [470]
Quieta se hubiera estado eternamente.
Aunque creamos sólidos los cuerpos,
Los vemos penetrables: por las rocas
Copiosas gotas por doquier chorrean;
Por todo el animal corre el sustento;
Los árboles crecidos dan el fruto
En tiempo señalado a manos llenas,
Porque la savia desde las raíces
Por troncos y por ramas se difunde;
Y las voces penetran las paredes, [480]
Recorren los secretos de las casas;
Hasta los huesos nos penetra el frío;
Sin vacío los cuerpos no pudieran
Trasladarse a otro punto en modo alguno.
En fin ¿cómo unas cosas se aventajan
A las otras en peso, y no en figura?
Pues si un vellón de lana pesa tanto
Como un cuerpo de plomo, en equilibrio
Debe estar la balanza; la materia
Hace peso hacia abajo; luego queda [490]
Sin pesadez por su naturaleza
El vacío: pues si me das dos cuerpos
En una superficie comprendidos,
El más ligero es el de más vacío,
El más denso será de mayor peso;
La razón nos demuestra claramente
Un vacío existir diseminado.
Mas porque nadie pueda seducirte,
Me adelanto a ponerte de antemano
De algunos el capcioso raciocinio. [500]
Sostienen que a los peces relucientes
Les abre el agua líquidos caminos,
Que después el espacio abandonado
Se ocupa por la onda retirada:
Pueden moverse así y mudar de sitio
Todos los demás cuerpos sin vacío.
En razón falsa estriba el argumento;
¿Cómo podrán los peces menearse
Si las aguas no dan lugar vacío.
¿Cómo refluirán las aguas mismas [510]
Cuando los peces no darán un paso?
O los cuerpos privar de movimiento
O el espacio vacío confesemos
Que principia a mover todos los cuerpos.
Con rapidez separa tú dos cuerpos
Planos y que entre sí estén bien unidos,
Verás cómo se forma allí un vacío
Que no puede a la vez llenar el aire:
Le va ocupando todo poco a poco.
Si por fortuna alguno presumiera [520]
Que de dos superficies separadas
El espacio intermedio es ocupado
Del aire condensado anteriormente,
Se engaña; pues se forma allí un vacío
Entonces que no hubo antes, y se llena
El vacío existente: de este modo
El aire ya no puede condensarse;
Y aun dado que pudiese, como dicen,
No podría a mi juicio sin vacío
Sus partes recoger y reducirlas [530]
A volumen menos; para escaparte
Cualquier dificultad que me objetares,
Es preciso confieses el vacío.
Yo podría traerte muchas pruebas
Que mis razones más acreditasen:
A tu penetración estos ensayos
Son suficientes, si indagando sigues,
Porque así como muy frecuentemente
Rastrean las querencias enramadas
De las fieras monteses y los canes, [540]
Cuando dieron por fin con rastro cierto,
Así de consecuencia en consecuencia
Darás en general con los arcanos
De la naturaleza, y de sus senos
Sacarás la verdad. No te empereces.
Si te apartares algo de mi objeto,
Me atrevo, Memmio, a hacerte esta promesa.
Se agotarán los grandes manantiales
Donde he bebido yo largas noticias,
Mi rico pecho dejará primero [550]
De derramarlas con suave labio,
Y a paso lento la vejez tardía
Habrá ocupado todos nuestros miembros,
Y el principio vital habrá disuelto,
Primero que por medio de mis versos
Haya agotado esta materia inmensa.
A nuestros raciocinios ya volvamos:
Estriba, pues, toda naturaleza,
En dos principios: cuerpos y vacío
En donde aquéllos nadan y se mueven: [560]
Que existen cuerpos, el común sentido
Lo demuestra; principio irresistible
Sin el cual la razón abandonada
De errores en errores se perdiera.
Si no existiera, pues, aquel espacio
Que llamamos vacío, no estarían
Los cuerpos asentados, ni moverse
Podrían, como acabo de decirte.
Además del espacio y el vacío,
No conocemos en naturaleza [570]
Una clase tercera independiente
De los principios dichos: lo que existe
Es necesariamente de pequeña
O de grande extensión: si lo sintiere
El tacto aunque ligera y levemente,
Debemos colocarlo entre los cuerpos,
Y al todo seguirá. Pero si fuere
Impalpable, y ninguno de sus puntos
A la penetración resistir puede,
Este espacio y lugar llamo vacío. [580]
En general los seres son activos;
O bien a la acción de otros se sujetan,
O bien el movimiento proporcionan,
Y la existencia, pues los cuerpos solos
Pueden ser o activos o pasivos:
Sólo el vacío puede darles sitio:
Luego no existe en la naturaleza
Más que los cuerpos dichos, y el vacío:
No pueden alcanzarlo los sentidos,
Ni el espíritu humano comprenderlo. [590]
Lo que no sea materia ni vacío,
Propiedad o accidente es de uno o de otro.
Las propiedades son inseparables
Del sujeto; tan solamente cesan
Cuando éste es destruido; así en la piedra
Tal es la pesadez, tal en el fuego
Es el calor, fluidez tal en el agua,
La tangibilidad tal en los cuerpos
Y tal su privación en el vacío.
Los que llamar solemos accidentes, [600]
Como la libertad y servidumbre,
La pobreza y caudales desmedidos,
La paz y guerra, sólo son maneras
De ser, que con su ausencia o su presencia
Lo esencial no trastornan del sujeto.
El tiempo no subsiste por sí mismo:
La existencia continua de los cuerpos
Nos hace que distingan los sentidos
Lo pasado, presente, y lo futuro;.
Ninguno siente el tiempo por si mismo, [610]
Libre de movimiento y de reposo.
En fin, cuando nos dicen haber sido
Robada Elena y las troyanas gentes
Haber sido con guerra sujetadas,
Nadie nos fuerce a confesar que pueden
Existir por sí mismos estos hechos,
Después que el tiempo irrevocable hubo
Los siglos y sucesos engullido;
Porque en diversos tiempos y regiones
Cuantas cosas pasaron, pasar pueden, [620]
Mas sin materia, ni lugar ni espacio,
Todo acontecimiento es imposible.
Sin materia, por fin, y sin vacío,
La hermosura de Elena nunca hubiera
Los célebres combates encendido
De una guerra cruel que fomentaba
El pecho ardiente de Alejandro frigio:
No incendiara el caballo de madera
De Pérgamo las torres sublimadas
Con el parto nocturno de los griegos. [630]
Ya puedes ver que todos los sucesos
Que agitan y revuelven nuestro globo
No existen en verdad como los cuerpos,
Ni son como el vacío, sino simples
Cambios de los principios; accidentes
Que al espacio o los cuerpos se refieren.
Llamamos cuerpos a los elementos
Y a los compuestos que resultan de ellos:
Los elementos son indestructibles,
Porque su solidez triunfa de todo. [640]
Te costará trabajo persuadirte
Que existen cuerpos sólidos: el rayo
Atraviesa los muros, así como
Las voces y los gritos: se caldea
El hierro si le metes en la fragua;
Peñas ardiendo arrojan los volcanes;
El oro se liquida en los crisoles;
El cobre se derrite como el hielo;
El frío y el calor de los licores
Sentimos en los vasos que bebemos: [650]
De solidez perfecta no tenemos
Idea cierta y experiencia clara.
Mas la razón y la naturaleza
Esta verdad nos hacen que entendamos:
óyeme en pocos versos: los principios
Que componen el gran todo criado
Tienen un cuerpo sólido y eterno.
Después, como los cuerpos y el espacio
Por su naturaleza son opuestos,
Es preciso que existan uno y otro [660]
Enteramente puros por sí mismos:
El vacío repugna todo cuerpo,
La materia al vacío de sí aleja:
Luego sólidos son y sin vacío
Los elementos, los primeros cuerpos.
Pues que se da en los cuerpos el vacío,
Deben de partes sólidas cercados
Estar estos vacíos. Repugnante
En los cuerpos sería dar vacío,
Si a las paredes que rodean éste [670]
La solidez quitamos. Las paredes
El agregado son de la materia:
Luego como los cuerpos se destruyan,
Es la materia sólida y eterna.
Sólido fuera el todo sin vacío:
Y sin cuerpos que ocupen el espacio,
Vacío inmenso fuera el universo,
Por el contrario. El cuerpo y el espacio
Son respectivamente muy distintos,
Pues que no existe lleno ni vacío [680]
Perfecto: los principios y elementos
Diferencian el lleno del vacío.
No puede disolverlos choque externo,
Ni puede penetrar extraña fuerza
A su tejido: ni de acción extraña
Pueden recibir daño, como he dicho.
Mas cómo pueda un cuerpo sin vacío
Ser roto, dividido o descompuesto,
Seguramente yo no lo concibo:
Él es a la humedad inaccesible, [690]
Al frío y al calor, que son las causas
Destructoras de todo: así observamos
Que cuanto más los cuerpos son sujetos
A estas causas que van menoscabando,
Encierran más vacío en su tejido:
Luego si constan los primeros cuerpos
De solidez, y no tienen vacío,
Eternos han de ser forzosamente.
Si no fuesen eternos, a la nada
Todo el mundo se hubiera reducido: [700]
Pero como la nada no produce
Ni aniquila los seres, es preciso
Que eternos sean los primeros cuerpos,
Pues los destruyen y los reproducen
Todos los seres: luego los principios
La simplicidad sólida contienen,
Porque sin ella no hubieran podido
Durante tantos siglos conservarse,
Ni reparar los seres de continuo.
En fin, si hubiera la naturaleza [710]
A límites precisos reducido
La divisibilidad de la materia,
Los elementos del gran todo hubieran
En la revolución de tantos siglos
Llegado luego a tal acabamiento,
Que de su unión los cuerpos producidos
Alcanzar no pudieran su incremento.
Como un cuerpo más pronto se destruya
Que lo que tarda el mismo en rehacerse,
Las pérdidas que hubiera padecido [720]
En la edad precedente, irreparables
Fueran sin duda alguna en las siguientes:
Pero constantemente se reparan
De su menoscabar todos los cuerpos,
Y los vemos llegar a plazos fijos
A aquella perfección que les compete,
La división de la materia tiene
Límites invariables y precisos.
Solidísimos son los elementos:
Mas como en todo cuerpo haya vacío, [730]
Pueden hacerse blandos como el agua,
El aire, tierra y fuego; y al contrario,
Si damos que son muelles los principios,
El pedernal, el hierro, como puedan
Consistencia tomar no explicaremos.
Porque en sus obras la naturaleza
Sobre sólidas bases no estribara.
Sólidos son y simples los principios,
Pues su unión más o menos apretada
Resistencia y dureza da a los cuerpos. [740]
La duración, por fin, y el crecimiento
De los cuerpos ha la naturaleza
Determinado y su poder medido.
No padecen mudanza las especies,
Ni las generaciones se varían,
Como las clases diferentes de aves
Están de ciertas manchas salpicadas;
Porque son inmutables las especies.
Si admitimos mudanza en los principios
No sabremos qué pueda producirse [750]
Y qué no pueda, y cómo se limitan
Los cuerpos, cómo pueden traer los siglos
Naturaleza, vida, movimiento,
Y las mismas costumbres de los padres.
La extremidad de un átomo es un punto
Tan pequeño, que escapa a los sentidos;
Debe sin duda carecer de partes:
Él es el más pequeño de los cuerpos,
Ni estuvo ni estará jamás aislado;
Es una parte extrema, que juntada [760]
Con otras y otras partes semejantes,
Forman así del átomo la esencia.
Si del átomo, pues, los elementos.
De existencia carecen separados,
Será su unión tan íntima y estrecha,
Que no hay fuerza capaz de separarlos.
De simple solidez los elementos
Y partes muy delgadas se componen;
Su unión no es un compuesto heterogéneo,
Sino simplicidad eterna. Quiere [770]
De este modo formar naturaleza
Los cuerpos, sin que alguna de sus partes
Separación o menoscabo sufra.
Además, si nosotros no admitimos
De división un término preciso,
Se compondrán los cuerpos más pequeños
De infinidad de partes, caminando
De mitad en mitad al infinito.
¿Qué diferencia habrá de un cuerpo grande
Al cuerpo más pequeño? Suponiendo [780]
Que el todo es infinito, sin embargo,
De partes infinitas igualmente
Se compondrán los átomos más breves:
Mas como la razón no lo comprenda,
Convencido es preciso que confieses
Que los simples corpúsculos terminan
La división y solidez eterna.
Si la naturaleza creadora
No acostumbrase a reducir los seres
A sus mínimas partes, no podría [790]
Rehacer unos de otros, destruídos:
Pues siendo todavía divisibles,
No podría enlazarse la materia,
Ni tener pesadez, ni ser chocada,
Ni encontrarse con otro ni moverse,
Causas engendradoras de los seres.
Si divisibles fueran los principios
Al infinito, es fuerza que existieran
Desde la eternidad cuerpos intactos:
Mas como sean frágiles, no pueden [800]
Haber por tantos siglos resistido
A innumerables choques de continuo.
Y por esta razón los que creyeron
Que el fuego era el origen de las cosas,
En un error grosero han incurrido.
Esta opinión Heráclito defiende
Como primer caudillo, celebrado
Por su obscuro lenguaje entre los griegos
Superficiales, más que por los sabios
Que buscan la verdad: porque los necios [810]
Aman y admiran más lo que está envuelto
En misteriosos términos; su oreja
Suavemente puede ser herida
Y embelesada con gracioso ruido:
Y el dulce halago a la verdad prefieren.
A Heráclito pregunto: ¿de qué modo
Podrían existir tan varias cosas
Si del fuego purísimo nacieran?
Rarificar o condensar el fuego
De nada serviría, si sus partes [820]
Se compusiesen de la misma esencia
Que tiene todo el fuego: reunidos
Los elementos, fuego más activo
Tendremos, y más flojo separados:
Bien condensemos o rarifiquemos
El fuego, como habemos ya probado,
No se pueden formar cuerpos distintos.
Y si éstos reconocen el vacío,
Enrarecer y condensar el fuego
Podrán; pero se quedan en silencio [830]
Viendo se contradicen a sí mismos,
Y evitan admitir puro vacío;
Y mientras huyen las dificultades
Se apartan del camino verdadero.
El vacío quitado, no reparan
Que debe condensarse todo cuerpo,
Y no formar más que uno, cuyas partes
Condensadas no pueden escaparse
Como el calor y luz que arroja el fuego:
Luego de partes densas no se forman. [840]
Porque si en defender ellos se obstinan
Que las partes del fuego recogidas
Se apagan y se mudan, a la nada
El fuego elementar reducirían,
Y todo nacería de la nada;
No puede un cuerpo transmutar su esencia
Sin que deje de ser lo que antes era.
Deben, pues, conservar los elementos
Del fuego aquella su naturaleza,
Para que ni los cuerpos se aniquilen [850]
Ni el gran todo renazca de la nada.
Mas aunque existen en naturaleza
Algunos cuerpos de inmutable esencia,
Que con aumentos o disminuciones
Y con combinaciones diferentes
Hacen cambiar la esencia de los cuerpos,
No son éstos corpúsculos de fuego.
Añadir o quitar no importaría,
Ni cambiarles el orden, pues de fuego
Tendrían todos la naturaleza, [860]
Y del fuego los cuerpos se engendraran.
Así es como yo pienso que se forman:
Existen ciertos cuerpos, cuyo encuentro,
Figura, situación y movimiento
Y orden forman el fuego; trastornados,
Su esencia mudan. Estos elementos
Ni son de fuego, ni otra cosa alguna
Que pueda enviar cuerpos al sentido,
Y palparlos el tacto si se arriman.
Decir que todo lo compone el fuego, [870]
Y que éste es el principio de las cosas,
Que es lo mismo que Heráclito establece,
Me parece locura consumada.
Ataca los sentidos por sí mismos,
Los destruye y nos roba la creencia
Que pende de los mismos por los cuales
El fuego conoció; pues se persuade
Que conocen el fuego los sentidos,
Y lo demás no cree que es tan claro:
Muy necio y delirante me parece. [880]
¿Adónde la verdad encontraremos?
¿Quién mejor que el sentido puede hacernos
Lo falso distinguir y verdadero?
¿Por qué, pues, quitará alguno los cuerpos,
Dejando por principio sólo el fuego,
O quitándole a éste su existencia,
Los demás cuerpos dejará tan sólo?
Uno y otro parece igual delirio.
Aquéllos que creyeron ser el fuego
La materia y la suma de los cuerpos; [890]
Y los que por principio establecieron
El aire creador, los que pensaron
El agua misma hacer por sí los cuerpos,
Y que la tierra lo criaba todo,
Y que en cualquiera cuerpo se mudaba,
En errores grandísimos cayeron.
Añadamos también los que duplican
Los elementos, cuando al fuego juntan
Con el aire, y la tierra con el agua;
Los que aire, tierra, lluvia y fuego tienen [900]
Por creadores de los cuerpos todos.
Empédocles, el hijo de Agrigento,
Va a su frente, nacido en las orillas
Triangulares de la isla celebrada
Por las ondas azules del mar Jonio
Que la baña y rodea con mil vueltas,
Y que con altas encrespadas olas
Por un angosto estrecho la divide
De las playas y términos de Italia.
Aquí habita Caribdis anchurosa, [910]
Aquí etnéos murmullos amenazan
De llamas recoger nuevos furores,
Vomitar un volcán por sus gargantas,
Y de nuevo lanzar a las estrellas
Relámpagos de fuego: ciertamente
Esta región que admiran las naciones,
Óptima en bienes, prodigiosa grande,
De valerosos héroes guarnecida,
No tuvo en si varón más señalado,
Más asombroso, caro y respetable; [920]
De su divino pecho las canciones
Pregonan sus inventos peregrinos,
Dejándonos en duda si fue humano,
O de inmortal estirpe descendiente.
Este sabio inmortal, y los nombrados
Inferiores a él, menos ilustres,
Divinos inventores de las cosas,
Sacaron de sus íntimas entrañas
Oráculos más ciertos y sagrados
Que la Pitia en la trípode de Apolo [930]
Los diera con laureles coronada;
Mas cual hombres al fin, aunque tan grandes,
Erraron los principios de las cosas,
De errores en errores resbalando.
Establecen primero el movimiento,
Y dejan a los cuerpos sin vacío:
Cuerpos blandos y raros reconocen
Tal como el aire, el sol, le tierra, el fuego,
Animal, vegetal, pero no quieren
Admitir en sus cuerpos el vacío. [940]
Dividen la materia al infinito,
La sección de los cuerpos no limitan
Ni en ellos partes mínimas conocen.
Viendo que de los cuerpos el extremo
Lo mínimo es que llega a los sentidos,
Hay que conjeturar que aquel extremo
Que en el extremo mismo no podemos
Distinguir, es el mínimo en los cuerpos.
Establecen también principios blandos,
Que nacen y perecen como vemos. [950]
Ya se hubiera el gran todo aniquilado,
Los cuerpos renacieran da la nada:
¡Ya ves cuán grande error y qué delirio!
Enemigos, por fin, son los principios,
Y de muchas maneras se destruyen;
Chocándose entre sí se aniquilaran,
O se disiparían cual los rayos,
Lluvias y vientos por las tempestades.
Si todo se hace de estas cuatro cosas,
Y todo en ellas mismas se resuelve, [960]
¿Por qué aquéllas tendremos por principios
Mejor que no a los cuerpos? pues que mudan
De esencia y forma y de naturaleza.
Mas si al contrario, acaso presumieres
Que se reúne el agua, el fuego, el aire
Y tierra sin mudarse en modo alguno
Su misma esencia, de ellos no podría
Crearse cosa alguna, ya animada,
Ya inanimada sea como el árbol.
Una mezcla confusa encontraremos [970]
De aire, agua, tierra y fuego: nunca pueden
Estas substancias concebirse unidas;
Su propiedad cada una desplegara.
Es necesario que obren los principios
De un modo clandestino e invisible;
No sea que dominando demasiado
Impidan a los cuerpos que se formen
Conservar su específico carácter.
Su primer elemento hacen al fuego,
Que emana según ellos de los cielos; [980]
De éste se engendra el aire, de aquí el agua,
Y la tierra del agua es engendrada.
Retrogradando nacen de la tierra
Los demás elementos: antes la agua,
Después el aire; el fuego últimamente;
Estas transformaciones nunca cesan,
Bajan desde los cielos a la tierra,
Desde la tierra hasta los cielos suben:
No deben hacer esto los principios;
Es preciso que sean inmutables, [990]
Porque no se aniquile el universo;
No puede cuerpo alguno de su esencia
Los límites pasar sin que al momento
Deje de ser lo que era; por lo tanto,
Si se transforman estos elementos
De continuo, como hemos dicho arriba,
Es preciso que de otros inmutables
Se compongan; no sea que a la nada
Se vea reducido el universo.
Establece más bien algunos cuerpos, [1000]
De tal naturaleza revestidos,
Que si el fuego criasen, hacer pueden
Estos mismos el fluido del aire,
Y así los demás seres, aumentando
O bien disminuyendo, los principios,
Cambiando situación y movimiento.
Pero es claro, me dices, que los cuerpos
Crecen y se sustentan de la tierra:
Si la estación al aire no le presta
Una temperatura favorable, [1010]
Y si con frescas lluvias no se mueven
Las copas de los árboles, ni ayuda
Con sus rayos el Sol las producciones;
Ni sembrados, ni arbustos, ni animales
Jamás podrán llegar a crecimiento.
Sin duda es cierto; y si a nosotros mismos
No nos sustenta un sólido alimento
Y bebida suave, nuestros miembros
Su brío perderán, y el sentimiento
Se acabara del todo en nuestros huesos: [1020]
Porque nos alimentan ciertos cuerpos
Como a las demás cosas, pues mezclados
Los principios están, y son comunes
De muchos modos a otros muchos cuerpos.
De aquí la variedad en el sustento:
Mucho importa saber de los principios
La mezcla, situación y movimientos
Recíprocos; los mismos constituyen
El cielo, el mar, la tierra, sol y ríos,
Los árboles, los frutos y animales: [1030]
En cada verso de estos mismos cantos
Verás que son comunes muchas letras
De muchas voces: debes, sin embargo,
Confesar que los versos y palabras
Difieren entre sí, ya en la substancia,
Ya en el mismo sonido que sentimos:
Tanto pueden las letras variadas.
Pero de la materia los principios
De otros mil modos combinar se pueden
Para criarse variedad de cosas. [1040]
La Homeomeria también profundicemos
De Anaxágoras, que es así llamada
Entre los griegos, y en la lengua patria
No permite nombrarla su pobreza;
Pero es fácil decirlo con rodeos
Y explicar la Homeomeria en su principio.
Los huesos, a saber, de huesecitos;
Las entrañas se forman de entrañitas;
Muchas gotas de sangre congregadas
Crían la sangre; y piensa que se forma [l050]
De moléculas de oro el oro mismo;
Que se forma la tierra, el fuego, el agua
De sus pequeñas partes respectivas,
Y que todos los cuerpos son formados
De la unión de principios similares.
Él no admite vacío en parte alguna,
Y los cuerpos divide al infinito:
Y yerra en ambas cosas, como aquellos
Que antes de él los principios indagaron.
Establece muy frágiles principios, [1060]
Si el nombre de principios puede darse
A los que son lo mismo que los cuerpos
Endebles, se destruyen y perecen.
En un ataque tan violento y fuerte,
¿Quién permanecerá? ¿quién de la muerte
Cogido, escapará de entre sus garras?
¿El fuego? ¿el agua? ¿el aire? ¿sangre o huesos?
Ninguno de estos cuerpos, según juzgo;
Pues son perecederos como aquéllos
Que vemos perecer a nuestros ojos: [1070]
Nada puede a la nada reducirse,
¡Ni alguna cosa hacerse de la nada,
Confirman mis probados argumentos.
Por otra parte, como el alimento
El cuerpo sustentado le engrandece,
Se sigue que las venas y la sangre,
Y los huesos y nervios se componen
De heterogéneas partes: o substancias
Mezcladas dirán ser los alimentos,
Y que abrazan en si pequeños nervios, [l080]
Y unas partes de sangre, y huesos, venas:
Entonces los sustentos y bebidas
De heterogéneas partes se componen.
Si los cuerpos que nacen de la tierra
Los contiene además ella en su seno,
Debe constar de tan diversas partes
Cuanto sus producciones son diversas:
De los demás compuestos raciocino
Del mismo modo; si la llama y humo
Y ceniza están dentro en los leños, [1090]
Los leños deben ser heterogéneos.
Un solo medio de defensa tiene
La opinión vacilante de Anaxágoras:
Dél se vale, y pretende que los cuerpos
Encierran en sí mismos los principios
De todos los demás; pero que aquéllos
Solamente divisan nuestros ojos
Que están en mayor número mezclados,
Y ocupan la primera superficie:
La razón desaprueba este discurso; [ll00]
Porque fuera forzoso que los granos
Cuando son quebrantados con la piedra
Diesen muestras de sangre, o bien de partes
Que alimentan el cuerpo; manaría
Sangre, si se frotaran dos guijarros:
Las hierbas destilaran igualmente
Dulces gotas de leche tan sabrosa
Como las ubres de lechera oveja:
Destripando terrones, muchas veces
Yerbas encontraríamos y granos [1110]
Y árboles pequeñitos escondidos:
Hendiendo la madera, en fin, se vieran
Llamas pequeñas, y ceniza, y humo:
Mas como la experiencia contradiga
Estar así revueltos los principios,
Deben comunes ser a todo cuerpo,
Y estar diversamente colocados
En los diversos cuerpos de los seres.
Pero dirás que en montes empinados
Las copas de los árboles robustos [1120]
Del austro proceloso sacudidas
Se entrechocan y arrojan vivas llamas:
Es cierto, sí; mas no contienen fuego:
Una porción de partes inflamables
Por el frote en un punto reunidas
El incendio originan de los bosques;
Si tanto fuego en ellos se escondiera,
No podría un momento refrenarse,
Consumiera las selvas de continuo,
Reduciendo a cenizas todo arbusto. [1130]
Ya ves que importa mucho, como dije,
El mixto conocer de los principios,
Saber su movimiento y posiciones
Recíprocos, porque los elementos
Cambiados entre sí ligeramente
Sacarían el fuego de los leños,
Como si estas palabras ligna et ignes
Sin que sus letras alteremos mucho
Con distinto sonido pronunciamos.
Si crees que no pueden explicarse [1140]
Ya, por fin, los fenómenos del mundo
Sin que atribuyas a los elementos
Naturaleza igual a la del cuerpo,
Perecen los principios de las cosas;
De modo que den grandes carcajadas
De una trémula risa conmovidos,
Y el semblante y mejillas humedezcan
Llenándolos de lágrimas amargas.
Escucha las verdades que me falta
Hacerte conocer por modo claro. [1150]
Bien conozco que son bastante obscuras;
Pero mi corazón ha sacudido
Con fuerte tirso la esperanza grande
De gloria, y juntamente ha derramado
Suave amor de las musas en mi pecho;
Del que agitado con briosa mente
Recorro los lugares apartados,
De las Piérides antes nunca hollados:
Agrádame acercarme a fuentes puras,
Y agotarlas bebiendo, y nuevas flores [1160]
Agrádame coger para guirnalda
Insigne con que ciña mi cabeza
De un modo que las musas a ninguno
Hayan antes las sienes adornado:
Primero, porque enseño grandes cosas,
De la superstición rompo los lazos
Anudados que el ánimo oprimían;
Después, porque compongo versos claros
Sobre una cosa obscura, realzando
Con poética gracia mis escritos. [1170]
De la razón en esto no me aparto.
Así, cuando los médicos intentan
Hacer beber a un niño amargo ajenjo,
Los bordes de la copa untan primero
Con el licor de miel dulce y dorado,
Para que, seduciendo y engañando
La impróvida niñez, hasta los labios
El amargo brebaje apure en tanto
Y engañado no muera, sino que antes
Convaleciendo así se restablezca; [1180]
Del mismo modo, porque las más veces
Parece trato yo de asuntos tristes
Para aquéllos que no han jamás pensado,
Y que al vulgo disgustan de los hombres,
Con el suave canto de las musas.
Quise explicarte mi sistema todo
Y enmelarte con música pieria,
Por si acaso pudiera de este modo
Tenerte seducido con mis versos,
Hasta que entera y fiel Naturaleza [1190]
Sin velo ante tus ojos se presente.
Mas porque te he enseñado que los cuerpos
De la materia sólidos y eternos
Giran perpetuamente indestructibles,
Examinemos hora si la suma
De éstos es infinita, o limitada;
Si también el vacío establecido,
Este lugar y espacio en que los cuerpos
Se mueven además es limitado,
O si es profundo, inmenso e infinito. [1200]
Es infinito, pues, de suyo el todo,
Pues aunque extremidad tener debía,
Como cuerpo ninguno se concibe
Sin que a él otro cuerpo le termine,
De modo que la vista claramente
Más allá de este cuerpo no se extienda,
Confesemos por fuerza que no hay nada
Más allá de la suma, pues no tiene
Extremidad, de límites carece.
El sitio que tu ocupas nada importa, [1210]
Pues que por todas partes un espacio
Te falta que correr ilimitado.
Si además el espacio es limitado
Y alguno se coloca en el extremo
Y tira alguna flecha voladora,
¿Deseas que tirada con gran fuerza
Vuele ligera por llegar al blanco,
O piensas que la impide algún estorbo
Su vuelo y no la deja ir adelante?
Uno u otro es preciso que confieses. [1220]
Cualquiera que tú elijas, a la fuerza
Debes quitar los límites al todo:
Porque bien sea obstáculo el que impida
Y estorbe que la flecha llegue al blanco,
O bien le pase, aquí no se da extremo:
En donde pongas límites, yo al punto
Preguntaré qué ha sido de la flecha:
Jamás encontrarás así el extremo;
Siempre su inmensidad deja un espacio
Que recorra la flecha fugitiva. [1230]
Además, que si la naturaleza
Hubiera puesto límites al todo,
Ya la materia con su mismo peso
Se juntara en los sitios más profundos;
Debajo de la bóveda del cielo
Ninguna cosa se produciría,
Ni el cielo ni la luz del Sol naciera;
Como que la materia toda hundida
Desde la eternidad amontonada
Inerte yacería; pero ahora [1240]
De cierto no reposan los principios,
Porque ningún lugar profundo existe
En donde puedan como reunirse
Y colocar su asiento permanente;
Y siempre un continuado movimiento
Cría por todas partes nuevos seres,
Y el infinito suministra siempre
De una materia activa eterna copia.
Que unos cuerpos, en fin, a otros limitan
Claramente lo vemos: las montañas [1250]
El aire circunscribe, a éste los montes;
A los mares da límites la tierra,
Y los mares limitan a las tierras;
Nada hay que ponga límites al todo:
Porque es de los lugares y el espacio
Tal la naturaleza, que los ríos
Clarísimos corriendo eternamente
Alcanzar con su curso no podrían
Los límites del mundo en parte alguna;
Nada habrían andado: el universo, [1260]
No conociendo límites, por todas
Partes al infinito se dilata.
Seguramente la naturaleza
Impide que la suma de las cosas
Pueda circunscribirse ella a si misma;
Porque ha hecho que el vacío limitase
Al cuerpo, éste al vacío; de este modo
Ha dispuesto su obra ilimitada.
Si el vacío tan sólo ilimitara,
O hiciese limitada la materia, [1270]
Ni la tierra, ni el mar, ni de los cielos
Las bóvedas lucientes, ni los hombres,
Ni de los dioses los sagrados cuerpos
De existencia gozaran un instante:
Pues la materia, sacudiendo el yugo,
Se derramara por vacío inmenso,
O más bien ella nunca concretada
Ni un sólo cuerpo hubiera producido,
Por no poderse unir diseminada.
Porque seguramente los principios [1280]
De la materia no se han colocado
Con orden, con razón ni inteligencia,
Ni han pactado entre sí sus movimientos;
Antes diversamente combinados,
Desde la eternidad por el espacio
Agitados con choques diferentes,
Juntas y movimientos van probando,
Hasta que se colocan de manera
Que esta suma criada se mantiene;
La cual por muchos siglos conservada, [1290]
Y puesta en conveniente movimiento,
Hace con largas ondas que los ríos
Abastezcan los mares insaciables;
Que la tierra sus frutos reproduzca
Con los rayos del Sol alimentada;
Y que reproducidas las especies
De los brutos florezcan, y que vivan
Los fuegos celestiales resbalando:
No sucediera si infinita copia
De los principios no estuviera siempre [1300]
Reparando las pérdidas continuas:
Así como los brutos sin sustento
Se van aniquilando, y por fin mueren;
De la misma manera el todo debe
Perecer al momento que materia
De su recto camino extraviada
No suministre pábulo a los cuerpos.
No podrían los átomos externos
Conservar a la suma congregada;
Porque pueden con golpes repetidos [1310]
Impedir que una parte se destina,
Y dar tiempo a los átomos que lleguen
A completar la suma; algunas veces,
A rebotar no obstante precisados
Espacio y tiempo, dan a los principios
Para que se desunan libremente:
Sin cesar es preciso se sucedan
Los átomos; materia ilimitada
Supone, pues esta presión eterna.
Guárdate de creer en esto, Memmio, [1320]
Lo que dicen algunos: que los cuerpos
Se dirigen al centro de la suma,
Y que del mundo la naturaleza
No es detenida por eternos choques,
Ni a parte alguna pueden escaparse
El uno u otro extremo, porque todo
Al centro se dirige. Si creyeres
Que un ser puede en sí mismo sustentarse:
Que los cuerpos pesados que tenemos
Bajo los pies, gravitan hacia arriba: [1330]
Que en dirección contraria son llevados,
Como la imagen que en el agua vemos;
Defiende con razones semejantes
Que debajo vaguean animales,
Que no pueden caerse de la tierra
En las regiones ínfimas, del modo
Que no pueden al cielo remontarse
De suyo nuestros cuerpos; y que cuando
Aquéllos ven el sol, nosotros vemos
De noche las estrellas, y alternando [1340]
Parten las estaciones con nosotros;
Y que igualan sus días a los nuestros,
Y a las suyas igualan nuestras noches.
En ficciones groseras han caído
Y en errores estúpidos los necios,
Porque en principios falsos se apoyaron:
Pues en una extensión ilimitada
No entienden que no puede darse un centro,
Y aun cuando supongamos que existiera,
No se vieran los cuerpos obligados [1350]
A pararse más bien aquí que en otra
Cualquiera parte o sitio del espacio;
Pues la naturaleza del vacío
Cede a los cuerpos graves, hacia el centro
Se dirijan, o no; porque no hay sitio
En que los cuerpos una vez llegados
Pierdan su pesadez, y se detengan;
El vacío a los cuerpos dará paso;
Así lo exige su naturaleza:
No impedirá la desunión del todo [1360]
Este deseo que los lleva al centro.
También además fingen que hacia el centro
No es común la tendencia a todo cuerpo;
Los que de tierra o agua se componen
Se dirigen a él, como los mares,
Y las que salen de soberbios montes
Y lo que encierra en sí cuerpo terrestre:
Pero del aire las sutiles auras
Y las llamas ligeras se retiran
Del centro: que por eso centellea [1370]
Todo el éter con fuegos y se nutre
Del Sol la antorcha en azulado cielo;
Porque el calor del centro fugitivo
Recoge allí sus fuegos (no pudiera
Los animales sustentar la tierra
Ni del árbol las ramas hojecieran
Si el jugo alimenticio no les diese
Colocan más allá de las estrellas
El firmamento, para que los fuegos
Del cielo, libres, y del centro huyendo [1380]
A la manera de voraces llamas,
No traspasen los límites del mundo
Y desordenen la naturaleza,
Ni el cielo se desplome con sus rayos,
Ni se abra la tierra de repente
Debajo de los pies, y nuestros cuerpos
Caigan en el abismo sepultados,
Descompuestos, envueltos en ruinas
De tierra y cielo; así que en un instante
Más que soledad vasta no quedara, [1390]
Y principios sin fuerza: en cualquier parte
Que empieces, pues, a disolver los cuerpos
Te hallarás una puerta siempre franca
De destrucción, por donde la materia
Amontonada escapará volando.
Si estos conocimientos que te ofrece
Mi humilde musa, hubieres comprendido,
Porque con una cosa otra se ilustra,
No te robará el paso obscura noche
Sin que penetres los secretos hondos [1400]
De la naturaleza: de este modo
Unas verdades esclarecen otras. [1402]


Gerard Manley Hopkins y Juan Tovar: Felix Randal

$
0
0
FELIX RANDAL

Felix Randal the farrier, O is he dead then? my duty all ended,
Who have watched his mould of man, big-boned and hardy-handsome
Pining, pining, till time when reason rambled in it, and some
Fatal four disorders, fleshed there, all contended?

Sickness broke him. Impatient, he cursed at first, but mended
Being anointed and all; though a heavenlier heart began some
Months earlier, since I had our sweet reprieve and ransom
Tendered to him. Ah well, God rest him all road ever he offended!

This seeing the sick endears them to us, us too it endears.
My tongue had taught thee comfort, touch had quenched thy tears,
Thy tears that touched my heart, child, Felix, poor Felix Randal;

How far from then forethought of, all thy more boisterous years,
When thou at the random grim forge, powerful amidst peers,
Didst fettle for the great grey drayhorse his bright and battering sandal!


 
FELIX RANDAL

Felix Randal el herrero, oh ¿ha muerto entonces? ¿concluido ya mi deber,
Que contemplé su hechura de hombre, huesos grandes y recia apostura,
Decaer, decaer, hasta el tiempo que en él la razón se extravió y unos
Cuatro desórdenes fatales, ahí encarnados, contendieron todos?

Lo quebró la enfermedad. Impaciente, maldecía al principio, pero se enmendó
Una vez ungido y todo; si bien su temple celestial comenzó pocos
Meses antes, desde que por mi mediación nuestro dulce alivio y rescate
Le fuera administrado. Ah bien, ¡Dios lo descanse y a toda senda que jamás ofendió!

Este ver a los enfermos nos encariña con ellos, los encariña también.
Mi lengua te enseñó consuelo, mi tacto extinguió tus lágrimas,
Tus lágrimas que mi corazón tocaban, hijo, Felix, pobre Felix Randal;

¡Qué lejos de entonces el presentimiento, en tus años de mayor bullicio,
Cuando en la tosca fragua sombría, poderoso entre iguales,
Forjabas al gris percherón su brillante y sonora sandalia!

Liverpool, 28 de abril de 1880.
Traducción de JUAN TOVAR.

Paul Éluard y Aldo Pellegrini: En el corazón de mi amor

$
0
0
AU CŒUR DE MON AMOUR

Un bel oiseau me montre la lumière
Elle est dans ses yeux, bien en vue.
Il chante sur une boule de gui
Au milieu du soleil.

* * *

Les yeux des animaux chanteurs
Et leurs chants de colère ou d’ennui
M’ont interdit de sortir de ce lit.
J’y passerai ma vie.

L’aube dans des pays sans grâce
Prend l’apparence de l’oubli.
Et qu’une femme émue s’endorme, à l’aube,
La tête la première, sa chute l’illumine.

Constellations
Vous connaissez la forme de sa tête
Ici, tout s’obscurcit :
Le paysage se complète, sang aux joues,
Les masses diminuent et coulent dans mon cœur
Avec le sommeil.
Et qui donc veut me prendre le cœur ?

* * *

Je n’ai jamais rêvé d’une si belle nuit.
Les femmes du jardin cherchent à m’embrasser –
Soutiens du ciel, les arbres immobiles
Embrassent bien l’ombre qui les soutient

Une femme au cœur pâle
Met la nuit dans ses habits.
L’amour a découvert la nuit
Sur ses seins impalpables.

Comment prendre plaisir à tout ?
Plutôt tout effacer.
L’homme de tous les mouvements,
De tous les sacrifices et de toutes les conquêtes
Dort. Il dort, il dort, il dort.
Il raye de ses soupirs la nuit minuscule, invisible.

Il n’a ni froid, ni chaud.
Son prisonnier s’est évadé – pour dormir
Il n’est pas mort, il dort
Quand il s’est endormi
Tout l’étonnait,
Il jouait avec ardeur,
Il regardait,
Il entendait.
Sa dernière parole :
« Si c’était à recommencer, je te rencontrerais sans te chercher. »

II dort, il dort, il dort.
L’aube a eu beau lever la tête,
Il dort.
Mourir de ne pas mourir.
EN EL CORAZÓN DE MI AMOR

Un hermoso pájaro me muestra la luz
Que aparece claramente en sus ojos
Un pájaro que canta sobre una bola de muérdago
En medio del sol.

***

Los ojos de los animales cantores
y sus cantos de cólera o de hastío
Me prohíben dejar este lecho
Donde pasaré la vida.

El alba en países sin encanto
Toma las apariencias del olvido
y si al alba una mujer conmovida se adormece
Al caer de cabeza, su caída la ilumina.

Constelaciones,
Conocéis la forma de su cabeza.
Aquí todo se oscurece:
El paisaje se completa, las mejillas se encienden
Las masas disminuyen y circulan por mi corazón
Unidas al sueño.
¿y hay quién quiera tomar mi corazón?

***

Jamás soñé con noche tan bella
Las mujeres del jardín tratan de besarme
Sostenes del cielo, los árboles inmóviles
Abrazan fuertemente la sombra que los sostiene.

Una mujer de corazón pálido
Guarda la noche en sus vestidos
El amor ha descubierto la noche
Sobre sus senos impalpables.

¿Cómo poder gozar de todo?
Mejor borrarlo todo.
El hombre de la movilidad total
Del sacrificio total, de la conquista total
Duerme. Duerme, duerme, duerme.
Borra con sus suspiros la noche minúscula, invisible.

No sufre ni frío ni calor.
Su prisionero se ha evadido para dormir
No está muerto, duerme.

Mientras dormía
Todo lo asombraba,
Jugaba ardorosamente,
Miraba,
Oía.
Su última palabra:
“Si volviera a empezar, te encontraría sin buscarte”.

Él duerme, duerme, duerme.
En vano el alba alza la cabeza,
Él duerme.

Traducción de ALDO PELLEGRINI.
Antología de la poesía surrealista. Buenos Aires, 1961.

Stéphane Mallarmé y Alfonso Reyes: Aparición

$
0
0
APPARITION

La lune s'attristait. Des séraphins en pleurs
Rêvant, l'archet aux doigts, dans le calme des fleurs
Vaporeuses, tiraient de mourantes violes
De blancs sanglots glissant sur l'azur des corolles.
— C'était le jour béni de ton premier baiser.
Ma songerie aimant à me martyriser
S'enivrait savamment du parfum de tristesse
Que même sans regret et sans déboire laisse
La cueillaison d'un Rêve au coeur qui l'a cueilli.
J'errais donc, l'oeil rivé sur le pavé vieilli
Quand avec du soleil aux cheveux, dans la rue
Et dans le soir, tu m'es en riant apparue
Et j'ai cru voir la fée au chapeau de clarté
Qui jadis sur mes beaux sommeils d'enfant gâté
Passait, laissant toujours de ses mains mal fermées
Neiger de blancs bouquets d'étoiles parfumées.



APARICIÓN

La luna se afligía. Dolientes serafines
Vagando —ocioso el arco— en la paz de las flores
Vaporosas, vertían de exánimes violines
Por los azules cálices blanco lloro en temblores.
—De tu beso primero era el bendito día.
Como en martirizarme mi afán se complacía,
Se embriagaba a conciencia con ese desvaído
Aroma en que —sin lástimas y sin resabio— anega
La cosecha de un sueño al alma que lo siega.
Yo iba mirando al suelo, errante y abstraído,
Cuando —con los cabellos en sol— toda sonriente,
En la calle, en la tarde, te me has aparecido.
Y creí ver el hada del casco refulgente
Que cruzaba mis éxtasis de niño preferido,
Dejando siempre, de sus manos entrecerradas,
Nevar blancos racimos de estrellas perfumadas.


Traducción de ALFONSO REYES.

Viewing all 639 articles
Browse latest View live